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El secretario general de la Junta Central Fallera vio que a Ariadna Galán la había cazado un reportero de radio mientras desfilaba la corte, dos minutos antes de iniciar su paseo por la alfombra roja del Palau. La miró de frente haciéndole un gesto como de "¿Qué haces? ¿No ves que estás a punto de salir?" La fallera mayor infantil le miró y, de súbito, se echó el dedo índice a la cara. Le hizo callar. Y Vicente Fayos se tuvo que callar, claro. Y esperar que terminara su contestación. Así es Ariadna.

La misma que, ya en la rampa de lanzamiento, soltó alegremente un "¡Ay, mira que...!", al que la alcaldesa, la vicepresidenta de festejos, los maceros, los mirones y todos los allí presentes le interrumpieron con un "¡shhhhhhh!" porque se la oía toda. Pero así es Ariadna. Si el físico de ocho añitos le aguanta durante la semana de Fallas, puede ser una cría si no de época (las infantiles nunca son de época porque, mal que les pese, viven eclipsadas por las mayores) pero sí de las que se recuerda por su peculiar, a la vez que divertida, forma de entender las cosas.

Ella, con su espolín de color pastis (o sea, en la gama de los verdes pistachos) de Vives i Marí, se lo pasó en grande y la corte infantil también. Como lo hicieron Pilar y las mayores el día antes. Que para eso es su día grande. Sin que el acto fuera el colmo de brillantez. El espectáculo, una alegoría a las cuatro estaciones, fue pulcro y elegante. Agradable de ver. Pero no con la velocidad o el dinamismo que, se supone, se pide para un público infantil. La mantenedora, Amparo Peris, no dijo nada que no se hubiese dicho en otras exaltaciones, cosa que, por otra parte, no se produce más que en contadas ocasiones. En definitiva, un exaltación más. Que cumple objetivos, que no es poco. Y para las niñas protagonistas será siempre la más especial de sus vidas. A partir de ahora, las peinetas, las sedas y las bandas las acompañarán allá donde vayan. Empieza lo bueno.

Canastillas apolíticas

Entre bastidores, el concejal Félix Crespo dio su versión de la retirada de la canastilla de Jorge Alarte: "Nunca se admiten canastillas a título particular por parte de los políticos o los partidos. Lo hacen las instituciones, llámese ayuntamiento, diputación o Delegación de Gobierno. Además, nos lo podrían haber preguntado antes de venir con ella y se lo habríamos indicado". Algún veterano recordaba que a Vicente González Lizondo también se le retiró una canastilla tiempo atrás. En cualquier caso, la canastilla no se le dio a Pilar para que la repartiera a quien quisiera. Se quedó en un rincón perdido del Palau. La delegación socialista no dijo ni mú.