Al menos dos detenidos y decenas de contusionados es el balance de una mañana de violencia extrema en el Cabanyal. El derribo de una sexta vivienda en el barrio se encontró con la resistencia de los vecinos y éstos con una brutal carga de la Policía Nacional, la que a juicio de los presentes debería defender la postura del Gobierno y la suya, que es la misma. Fueron apenas veinte minutos en los que la violencia se impuso a la negociación, los golpes a las palabras y los heridos a los pactos. Un "desastre" al que nadie da crédito.

Los ánimos del barrio estaban muy calientes desde que el pasado martes la Policía Local y la Nacional arrastraron por la fuerza a políticos y vecinos que trataban de impedir el derribo de una vivienda en la calle Vidal de Cañelles. Cinco cayeron ese día. Ayer, además, los vecinos se sentían legitimados para defender la sexta por el requerimiento que la Delegación del Gobierno hizo al Ayuntamiento para que suspendiera los derribos. Parecía que el Gobierno haría prevalecer la orden ministerial que habla de expolio sobre la ley autonómica que ampara la prolongación de Blasco Ibáñez.

Con ese convencimiento, al menos, la plataforma Salvem el Cabanyal convocó una nueva jornada de resistencia y alrededor de un centenar de personas, entre las que estaba la práctica totalidad del Grupo Municipal Socialista, se concentró en la calle Francesc Eiximenis para detener el derribo que se iba a realizar en el número 31. De entrada, su acción se vio abortada por el cordón de la Policía Local, que impermeabilizaba la calle por ambos lados, pero faltaba por llegar la máquina excavadora. Y con ella llegó la bronca.

Intervención policial

Para sorpresa de los presentes, la pala apareció fuertemente escoltada por antidisturbios de la Policía Nacional, que a juicio de los vecinos debería defender la orden ministerial y bloquear tanto los derribos como la acción de la Policía Local. Y fueron estos agentes los que asumieron casi todo el protagonismo.

Antes de llegar al foco de resistencia un grupo de jóvenes, algunos de ellos encapuchados, trató de detenerla volcando contenedores en la calle y lanzando piedra y botellas contra los antidisturbios, lo que provocó las primeras cargas policiales y el lanzamiento de pelotas de goma.

Salvado el escollo, la máquina avanzó hasta la entrada de la calle Francesc Eiximenis y allí se encontró con alrededor de 50 personas sentadas en el suelo, justo delante del cordón de la Policía Local, que hacía de pinza.

Los agentes avisaron de la situación a los manifestantes y en apenas unos segundos, sin tiempo para la reacción, las porras comenzaron a golpear sobre las manos en alto de los vecinos, a repartir golpes a quienes se resistían pacíficamente en el suelo y a intimidar a quienes trataban de ayudar a sus compañeros abatidos.

Paralelamente, otros grupos de jóvenes trataban desde las calles adyacentes de entrar de nuevo en la batalla, provocando nuevas cargas policiales de las que no salieron ilesos ni los numerosos periodistas que cubrían los disturbios. De hecho, la Unió de Periodistes Valencians emitió ayer un comunicado condenando la violencia empleada por la policía contra algunos compañeros y también el comportamiento de algunos exaltados.

Dirigente herido

Al final, las porras se impusieron y comenzó el recuento de "bajas". Uno de los más afectados fue el portavoz de Salvem El Cabanyal, Faustino Villora, que cayó al suelo sin sentido aturdido por los golpes.

Muchos otros jóvenes mostraban sus heridas y contusiones y se abrazaban llorando por los nervios. Y cuando finalmente vino la ambulancia, dos personas, una mujer de 49 años y un chico de 29, fueron trasladadas al Hospital Clínico.

También fueron arrestados un padre y un hijo que se subieron a la excavadora para impedir su avance.

Esta vez los políticos, entre los que estaban también los dirigentes de EU y Compromís, no se vieron envueltos en la refriega, pues estaban al otro lado de la calle, donde no hubo incidentes.

Peralta culpa a la alcaldesa

Para el delegado del Gobierno en la Comunitat Valenciana, Ricardo Peralta, la culpa de esta situación es de la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá y "su voluntad contumaz de incumplir la orden del Ministerio de Cultura". "Esa voluntad de la alcaldesa está generando una tensión social que bueno sería que terminara, porque no está transmitiendo la mejor imagen de la ciudad". Dicho eso, Peralta volvió a pedir al Ayuntamiento que "suspenda temporalmente los derribos hasta que los tribunales se pronuncien".

La mañana terminó sobre las dos de la tarde ante el número 33 de la calle San pedro, el último derribo pendiente. Los vecinos reorganizaron la resistencia frente a este edificio, pero finalmente no fueron las máquinas y los dirigentes de Salvem el Cabanyal optaron por convocar una asamblea vespertina para decidir sobre lo sucedido. También emitieron un comunicado condenando la violencia en general y denunciando haber sido víctimas de "la dictadura del PP". Así mismo, dicen sentirse abandonados por la Delegación del Gobierno y piden la dimisión de sus máximos responsables.