La iglesia de los Santos Juanes está pagando un precio muy alto por la construcción de la línea 2 del metro en su entorno más inmediato. La apertura de un gran socavón para el aparcamiento ha provocado grietas y abombamientos en su estructura y las obras de superficie obstaculizan la entrada de fieles. En dos años se ha pasado de hacer entre 50 ó 60 bodas anuales a celebrar sólo 4; y el número de feligreses que acuden a sus misas se ha reducido un 50%. Y un dato más. El cepillo habilitado para la restauración del edificio apenas ha recaudado 80 euros en un trimestre.

En realidad, basta con dar una vuelta por la Plaza Ciudad de Brujas y el Mercado Central para imaginar cuál es la situación de la iglesia. Hay fieles que se preguntan cómo sigue abierta y hay rumores que hablan de la posibilidad de un cierre temporal, pero el Arzobispado no acaba de tomar esa decisión.

El sacristán del templo, la persona que vela por su funcionamiento cotidiano, nos mostró las grietas que aparecieron la semana pasada en la bóveda lateral, las más importantes de las cuales están en la misma entrada por la calle Vieja de la Paja, donde también se levantaron media docena de losetas del suelo.

Después del encuentro con los responsables de la Conselleria de Infraestructuras, la iglesia está a la espera de que los técnicos de la Generalitat coloquen testigos en estas grietas para comprobar su evolución. De momento, ya se han comprometido a ralentizar las obras para que la afección no vaya a más. "No os preocupéis que esto no se cae", dice, en cualquier caso, el sacristán.

Menos actividad

Lo peor es la otra ralentización, la del culto. Según dice, antes de las obras se celebraban entre 50 y 60 bodas al año, pero desde que empezaron los trabajos, hace dos años, apenas han tenido 5. "Para este año -dice pensando- creo que tenemos cuatro" y la culpa es básicamente de los accesos, que están colapsados por el material de obra y la suciedad. "Imagínate quién se va a hacer una foto aquí con la que hay montada", dice el representante de la iglesia, que recuerda que la plaza de la Comunión de San Juan está completamente ocupada y a la espera de que la conselleria cumpla su promesa de limpiarla.

También se ha reducido considerablemente el número de fieles, probablemente a la mitad. En este caso, el problema es compartido por el "miedo" y las obras. "Cuando más se nota es en la misa del domingo. La gente prefiere irse a Santa Catalina, a San Agustín o a los Mercedarios", comenta.

Y claro, por qué no decirlo, todo esto supone una merma en los ingresos económicos, importantes si se tiene en cuenta que la iglesia está en proceso de restauración. De hecho, el cepillo colocado para este fin apenas ha recaudado 80 euros en el último trimestre. Los turistas, que son los que más van, "no dejan nada", se lamenta.