La mayor parte de los sillones del hospital de día donde los pacientes con cáncer acuden a recibir los ciclos de quimioterapia tiene la tapicería rota y los muelles a la vista, una circunstancia que afecta al bienestar de los enfermos que, en ocasiones, permanecen sentados seis, siete y ocho horas con el gotero conectado sin moverse del mismo.

La dejadez y abandono en estas instalaciones que carecen de luz artificial fue denunciada hace unos meses ante el Síndic de Greuges que ordenó a la Conselleria de Sanidad que se habilitaran una serie de medidas para que el paciente tuviera mejor calidad asistencial. La dirección del centro expresó sus buenas intenciones e incorporó algunas mejoras, como la de contratar a una coordinadora y abrir un hueco (por el que no cabe una camilla) para conectar la sala con el departamento de litotricia que presta cuatro sillones a los enfermos oncológicos cuando están disponibles.

Fuentes del sindicato FSP-UGT indicaron que el cuarto de baño sigue siendo el mismo para hombres y mujeres, "la puerta es tan pequeña que cuando entran con el gotero, a veces tropiezan y se sacan la vía donde llevan conectada la medicación".

Las mesas que los pacientes usan para comer son las mismas donde se depositan los citostáticos. "No hay mobiliario ni sitio".

El personal encargado de atender a este colectivo de enfermos sigue siendo deficitario: faltan auxiliares y médicos. La sobrecarga de trabajo es tal que el personal de enfermería no puede atender a los pacientes como éstos requieren.

"Es un sitio muy siniestro, parece la antesala de la tumba", agregaron fuentes sindicales que lamentaron la mala ventilación y falta de luz de la instalación.