Los hermanos Ruiz han decidido dar un cambio radical a su vida. Francisco tenía una empresa de venta de muebles de cocina que tuvo que cerrar cuando la construcción arrastró a todos los negocios periféricos. José, por su parte, trabajaba en el mundo de los aires acondicionados y se quedo también en paro. Parece que el destino quería ponerlos en el mismo camino y ellos decidieron aprovecharlo para dar un giro a sus vidas. Se han quedado con una franquicia de estética corporal y facial.

Según cuenta Francisco, buscaron «algo que necesitara una inversión pequeña». «No querían —dice— hipotecarse por un negocio que no conocían». Y así lo hicieron. Esta franquicia de «Opencel» es asequible y gracias a un crédito ICO, con el que está sumamente satisfecho, han podido hacerle frente.

Además, han encontrado un local en la calle Valle de la Ballestera, 17, que le cuesta la mitad de lo que le costaba el que tenía antes, con lo cual están bastante satisfechos. «Hemos pasado de pagar dos mil euros a pagar mil. Y no se puede decir que sea barato, es el precio adecuado para el momento actual», comenta Francisco.

Por lo que respecta al negocio, abierto hace apenas dos semanas, «todavía es pronto para hacer balance». Sólo pueden decir que las expectativas son buenas, que «la gente lo va conociendo y se van interesando». Cuentan, además, con la ventaja de trabajar —es el sistema de la franquicia— con tarifas planas para los clientes, una forma de fijar a quien prueba sus servicios.

En el lado opuesto está la necesidad de contratar a dos personas que hagan el trabajo, pero eso no les asusta. Francisco cree que «la estética es un cosa que no se abandona nunca» y que el negocio puede funcionar bien. A ellos, desde luego, les gustaría que fuera el último.