La llegada del tren de Alta Velocidad a Málaga el 23 de diciembre de 2007, víspera de Nochebuena, fue recibida con grandes fastos. La entonces ministra de Fomento, la malagueña Magdalena Álvarez, se volcó con la nueva infraestructura que supuso la construcción de una nueva estación casi en pleno centro de Málaga. La terminal María Zambrano -levantada sobre la antigua estación de ferrocarril- se completó con un hotel de cuatro estrellas que lleva el sello de Mariscal.

Con el nuevo tren, Málaga (570.000 habitantes) se ha puesto a dos horas y media de Madrid, a una de Sevilla y a cinco horas y media de Barcelona. En breve, funcionará también la conexión (hasta 2012 con transbordo en Atocha) con la línea de alta velocidad de Valencia. Se reducirá así a casi la mitad las diez tortuosas horas de trayecto que separan Málaga de Valencia con el tren Arco. Con la estación del AVE, la estación marítima y el aeropuerto, Málaga se ha convertido en un importante nudo de comunicaciones, lo que ha atraído nuevos negocios y empresas y ha contribuido a la pujanza de la ciudad en industrias de nuevas tecnologías.

El aeropuerto de Málaga, el cuarto de España, se ha resentido ya que ha perdido el 27% de viajeros que realizan el trayecto Madrid-Málaga. Al igual que en Málaga, en Valencia también está previsto que el tren robe pasajeros al avión. El AVE es un medio indudablemente más cómodo porque ahorra al viajero los penosos controles de seguridad y las interminables esperas del avión.

La estación, situada a ocho minutos del casco antiguo, ha fomentado el carácter eminentemente comercial y turístico de la capital de la Costa del Sol. El turismo cultural -sobre todo de fin de semana- ha experimentado un importante desarrollo con un 23% más de visitantes en estos tres años. Uno de los grandes reclamos es el Museo Picasso. También el Centro de Arte Contemporáneo y el Palacio de Congresos.

Como asignatura pendiente, la transformación urbanística derivada del soterramiento de la playa de vías, que está paralizada desde hace tres años.

El ayuntamiento y Adif (el gestor estatal de las infraestructuras ferroviarias) no se ponen de acuerdo sobre la propiedad del suelo y la financiación de la operación urbanística, en la actualidad un terreno baldío de 100.000 metros cuadrados de superficie. El ayuntamiento quiere crear un nueva conexión de tráfico con un bulevar de uso ciudadano a los lados. Valencia también aspira a reconvertir la playa de vías en un pulmón verde.

La nueva estación intermodal, obra del arquitecto local Salvador Moreno Peralta y ubicada en la popular barriada de San Andrés, alberga un centro comercial, con cines y restaurantes. La apertura de los comercios de la terminal los domingos ha traído polémica.

Uno de los frenos al éxito del AVE de Málaga es que no hay conexión directa con los principales destinos turísticos de la Costa del Sol, como Marbella. Y con la crisis, el tren litoral tardará años.

Málaga y Marbella están separadas por apenas 80 kilómetros, sin embargo, un madrileño que coja el AVE para ir a Marbella, tiene que hacer trasbordo con un tren de cercanías y luego coger un autobús para llegar a Marbella.

El presidente de Renfe, Teófilo Serrano, aseguró esta semana en el Foro Joly-Andalucía, que el número de viajeros de la línea Madrid-Málaga está por debajo de las expectativas, posiblemente, porque Málaga aún no está conectada con la Costa del Sol Occidental.

Desde su puesta en servicio, la línea ha superado los 5,5 millones de viajeros. En 2009, alcanzó cerca de 1,5 millones de usuarios, frente a los 2 millones que esperaba Renfe. "La línea de Málaga no es particularmente brillante, pero cubre razonablemente los costes", dijo Serrano en declaraciones recogidas por Efe.

Como en otras ciudades con AVE, el precio del billete ha sido objeto de discusión. Los hosteleros piden un precio más "asequible" (el billete estándar cuesta 137 euros) para atraer a más turistas. La mayoría de los que usan el AVE de Málaga lo hace por negocios. Al respecto, Teófilo Serrano apunta que el AVE "no es un servicio barato porque las infraestructuras valen mucho dinero". "Nunca va a ser 'low cost'".

El porqué de las tarifas más bajas en otras líneas como el corredor Madrid-Barcelona, hay que buscarlo en que hay una competencia "muy fuerte". Renfe tiene una cuota aproximada del 50%, frente al resto de aerolíneas, incluidas las de bajo coste, lo que obliga a establecer precios más competitivos.