Tras años de indiferencia, la actual política municipal en lo que concierne a la bicicleta podría resumirse en dos palabras: Ambivalencia y Persecución. No sólo con la modificada ordenanza de circulación de vehículos se ha perdido la oportunidad de darle a la bicicleta el papel que le debería corresponder en una ciudad verde, como a la que aspira la señora Barberá, sino que la ordenanza de playas, provista de un régimen sancionador desproporcionado, la convierte en el chivo expiatorio de todo. No hay cosa más natural, más lógica y más verde que acercarse a la playa en bici, pero sin embargo, ni hay un carril bici en condiciones en el paseo marítimo, ni hay aparcamientos dónde dejarla, ni se puede entrar con ella en la arena (bajo multas que rondan los 1000 €).

Ciertas concejalías, entre ellas Policía, Playas y Alumbrado son las que encabezan esa cruzada antibicicleta que ahoga las últimas medidas favorables a la bici tomadas desde la concejalía de Circulación y Transportes. Policía, además de organizar sucesivas «razzias» de retirada de bicicletas de la vía pública, se ha dedicado a «informar» a los ciclistas de sus «obligaciones» sin mencionar ninguno de sus derechos. Además, el folleto recoge de manera inexacta la ordenanza perjudicando gravemente a los usuarios. Tampoco se ha molestado en informar al resto de los conductores de las obligaciones que la ordenanza establece respecto a los ciclistas y que son verdaderamente importantes para la convivencia de todos los vehículos entre el tráfico.

La ciudad está congestionada por miles de coches aparcados, pero al parecer sobran las bicicletas que dañan las farolas del señor Jurado. Algo que no es cierto y que además carece de alternativa, ante la falta de biciaparcamientos. Y es que es fácil ser infractor-ciclista con esta normativa de circulación ambigua, con inexplicables lagunas, y dónde apenas se han recogido las sugerencias alegadas por parte de los usuarios.

Muchos ciclistas y peatones se han confundido de enemigo (se han convertido en enemigos) y ello le ha servido al Ayuntamiento para aplicar la mano dura:

Como John Rawlins escribe: los ciclistas han entendido muy bien el mensaje subliminal y contradictorio «Pero el propio Ayuntamiento debería aceptar su responsabilidad en el hecho de que haya ciclistas que circulan por las aceras. ¡Mirad dónde están los aparca-bicis (en las aceras), los carriles-bicis (en las aceras), las estaciones de Valenbisi (en las aceras)...!»

Así pues, los que dirigen el Ayuntamiento no han visto en el resurgir de la bicicleta una oportunidad para la reconversión verde de nuestra ciudad, sino que entienden a la bicicleta como un vehículo más del que hacer caja.

Esta inmadurez institucional en cuestiones de Movilidad Sostenible es un potente freno que nos deja una vez más, por mucho que lo niegue la propaganda oficial con todos esos cientos de km de carril bici y el valenbisi de los que se vanaglorian (unos años antes y en tan sólo dos años se implantaron ambos en Sevilla y Zaragoza pero con una ordenanza avanzada) fuera de los circuitos del progreso medioambiental y social europeos.

*Miembros de Valencia en Bici