El fiscal coordinador de Medio Ambiente, Antonio Vercher, ha reprendido al Ayuntamiento de Madrid, cuyo alcalde es el popular Alberto Ruiz-Gallardón, por tratar de enmascarar la contaminación atmosférica de la ciudad con la misma práctica que se utiliza en Valencia: mover las estaciones que miden la calidad del aire de zonas con una alta tensidad de tráfico, y por tanto, más contaminadas, a puntos de la capital donde hay más zonas verdes y menos tráfico.

El resultado, como denuncia el fiscal, es que las estadísticas municipales de Madrid no hacen otra cosa que "maquillar" el nivel de contaminación que sufren los ciudadanos aunque eso sí, las cifras arrojadas por los medidores ambientales permiten cumplir los parámetros marcados por las autoridades comunitarias. Por ejemplo, en mayo de 2009, Madrid desplazó el medidor de Gregorio Marañón, una de las zonas con más tráfico, a los jardines del Museo de las Ciencias, lo que disminuyó la contaminación registrada.

Vercher ha enviado un duro informe de 34 páginas al consistorio madrileño, en el que exige saber quién es el responsable que ha decidido la reubicación de las estaciones de medición, qué técnico municipal la ha aconsejado y en qué informes se ha basado. Además, le advierte que el ayuntamiento puede enfrentarse a reclamaciones de vecinos o grupos de afectados por problemas respiratorios u otro tipo de lesiones. Por ende, le avisa que el propio fiscal está dispuesto a actuar de oficio en el caso de personas incapaces jurídicamente.

Esta práctica de mover los dispositivos de unas calles a otras, entronca con las exigencias de la Unión Europea, a través del Ministerio de Medio Ambiente, que ha determinado que, en septiembre de 2011, las grandes ciudades que no estén por debajo de los 40 microgramos por metro cúbico de dióxido de nitrógeno (NO2) en el aire recibirán duras sanciones. El proceso para cumplir los requisitos impuestos por la UE arrancó en 2000 y el objetivo era reducir la cantidad de polución en dos microgramos por metro cúbico de NO2 cada año. Sin embargo, los objetivos propuestos no se han cumplido y además fueron rebajados en sus exigencias en 2008.

Año a año, los ayuntamientos empezaron a plantearse medidas para evitar las emisiones, incluso, como en Valencia y Madrid, cambiando los medidores de lugar. Estas reubicaciones realizadas desde 2007 han permitido a la capital del Turia bajar del peligroso umbral que marca la directiva 2008/50 de la UE.

Esta reubicación de los medidores, que han pasado, verbigracia, de estar en el centro urbano a situarse en jardines como el de la Universitat Politècnica o el Parque de Cabecera, responde "a mejorar el grado de adaptación a la normativa atmosférica vigente y adecuarse a la expansión experimentada por Valencia en los últimos años", tal como justificó en su momento, la concejala de contaminación acústica, Lourdes Bernal.

Mejores datos tras la reubicación

En ese sentido se pronunció también el Ministerio de Medio Ambiente. Pese a no haber recibido los datos de Valencia, los responsables ministeriales aseguraron que los cambios de estaciones a jardines "pueden estar justificados para adaptarse a la normativa o para contabilizar mejor los espacios de la ciudad". La realidad es que los cambios, según demuestran las cifras, han mejorado los números de Valencia respecto a contaminación. Justo como en Madrid y tal como ha denunciado el fiscal Vercher. El medidor de la calle Linares en 2007 llegaba a registrar de media anual 63 mg/m3 de NO2, más de un 50% de lo permitido por la UE. Con su nuevo emplazamiento junto al Cementerio General marcó 43 mg/m3 de media en 2010.

El medidor de Nuevo Centro registró en 2007 54 mg/m3, mientras que en su nueva ubicación en el Molí del Sol, Parque de Cabecera, se quedó en 30. El medidor de la Politécnica, que antes estaba en la Avenida de Aragón, también registró el pasado año 30 mg/m3. El de nueva ubicación, en la Avenida de Francia, también cumplió la normativa europea con 33 microgramos de media en 2010, así como el de Viveros, con 29. El de la Pista de Silla, que ha mantenido su emplazamiento registró 57 mg/m3 en 2007 y 45 en 2010, en ambos años por encima de la ley.

Tanto Ecologistas en Acción como los partidos de la oposición (PSPV, EUPV y Compromís) han tachado de fraude estas cifras porque las nuevas ubicaciones son en zonas verdes "algo censurado por la normativa, ya que exige que estén a menos de 10 metros de una acera".

¿Cómo sabe el fiscal Antonio Vercher que los registros históricos de Madrid no son correctos? ¿ Incluso que el dato esgrimido por la concejala de Medio Ambiente y esposa de José María Aznar, Ana Botella, de que la contaminación ha bajado en un 20% no es cierto? Porque ordenó al Seprona efectuar sus propias mediciones en tres lugares próximos a donde estaban las antiguas estaciones madrileñas. El resultado fue, según el ministerio público, que los ciudadanos que sufrían más contaminación, siguen sufriendo el mismo nivel aunque no tenga reflejo en las estadísticas oficiales. ¿Es extrapolable la censura jurídica a Madrid del fiscal al caso de Valencia?¿Podría actuar de oficio en el consistorio dirigido por Rita Barberá? Por el momento no existe ninguna denuncia interpuesta.

Carmina Del Río: "Se disfrazan las cifras para engañar a los ciudadanos"

La concejala socialista Carmina del Río, que ha abanderado la lucha contra la polución en Valencia, acusa al equipo de gobierno del PP, de "disfrazar las cifras" y de "engañar a los ciudadanos". En su opinión la estrategia de desplazar las estaciones de medición es totalmente "meditada" y busca rebajar "entre 20 y 30 microgramos por metro cúbico de dióxido de nitrógeno los registros de cada estación". Del Río señala que sólo la instalación de la Pista de Silla, que está ubicada detrás de la Pantera Rosa, no ha sido movida. El resto, las de Avenida de Francia -"que la mitad de veces no funciona", afirma-, Universidad Politécnica, Bulevar Sur, Molí del Sol y Viveros fueron cambiadas de emplazamiento. Todas ellas, "han sido alejadas de los puntos más intensos en tráfico, el principal foco de contaminación en la actualidad". Por ende, la mayoría de las estaciones de Valencia tienen un hándicap: "son antiguas y no miden todos los agentes contaminantes". No son capaces de captar las partículas de la combustión de los vehículos, precisamente las más perjudiciales. Por tanto, el Ministerio de Medio Ambiente no tiene estos datos porque no se registran. "Como no hay registro, el ayuntamiento se permite decir que no hay contaminación en esta materia", finaliza Del Río.