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"Hemos entregado folletos indicándolo, pero todavía nos traen docenas y docenas". Con la llegada de las lluvias el Convento de Santa Clara de la avenida Pérez Galdós vuelve a recibir a las falleras. Temerosas de que su reinado quede pasado por agua, hacen una ofrenda de huevos a la santa a través de la orden de monjas Clarisas Capuchinas. Sin embargo, éstas piden una reflexión: que la feligresía no recurra al simplismo. Ese que asegura que llevando huevos no va a llover. Y es que, llegado este momento, los frutos de la gallina se multiplican. En el convento aseguran que "se cree popularmente que necesitamos los huevos para hacer repostería y eso tampoco es cierto".

Las monjas aseguran que todo cuanto se recibe se utiliza y no sólo para el consumo propio. "Podemos asegurar que nada de lo que se entrega se echa a perder. En estos tiempos, que hay más gente que tiene problemas, damos a todos aquellos que están necesitados. Si son huevos, huevos. Si es otro tipo de alimentos, también. Somos un puente entre las personas que piden por la intercesión de Santa Clara y los necesitados".

Y es que incluso existen dudas sobre el porqué se pide a Santa Clara para que no llueva. Más aún: la hermana que guardaba ayer la puerta recordaba los problemas éticos que se planteaban al pedir para que no lloviera antes de una boda en las épocas de sequía de los últimios años. "Con la ofrenta a Santa Clara hay todo tipo de costumbres que corren de boca en boca: que si los huevos han de ser colorados, que si han de entregarse trece...". Casi cada casa tiene su creencia y en algunos hogares el precio de la ofrenda forma parte incluso de la dote. En ese momento llega una madre y entrega un sobre con dinero. Es para su hija, que se casa ese fin de semana. "Rezar, vamos a rezar igual".