Vicente Navarro, de 52 años, natural de Valencia, y Betsabeth, de 35, originaria de Venezuela, saben de frío, necesidades, lluvia, acoso policial, desamparo y noches de pesadillas pero también saber de amor y de cuidarse el uno al otro por encima de todo.

Ella, discapacitada, es licenciada en Derecho con el título homologado en España -vino con una beca-, un máster en Derecho Mercantil que no ha podido acabar por vivir en la intemperie y cinco idiomas. El es electricista y un manitas que no se arredra ante las dificultades. La falta de trabajo de Vicente les obligó a dejar el piso de Benimaclet y no les quedó más salida que guarecerse bajo el cielo. Hace ya dos años y dos meses que no conocen lo que es un techo de obra.

La falta de paredes no acobardó sus sentimientos y a los dos meses de convertirse en unos "sin techo" se casaron. Fue el 27 de marzo de 2009 y este año para celebrar su aniversario, Vicente le ha regalado dos plantitas -una por año- que ha plantado para ella en un jardín frente a Magisterio del campus de Tarongers donde están instalados.

Betsabeth está embarazada de cuatro meses. Un hijo es lo que más querían, pero la falta de trabajo para tener un cobijo les asusta tras amedrentarles de que si no tienen casa los servicios sociales les podrían quitar el niño

"No lo buscamos, pero llegó", explica Vicente que asegura que no ha cobrado el paro en su vida. "En la última empresa donde estuve diez meses y medio no pude cobrarlo seis meses porque me faltaban uno o dos días de alta; me dieron la cuenta activa de inserción durante un año con prórroga de otro, pero al vivir en la calle me lo quitaron".

"De nada sirvió que les dijera a los del Servef -explica Vicente-que vivía en la calle y que mi mujer está discapacitada; me preguntaban donde estaba empadronado y cuando les decía que no tenía domicilio me respondieron que no me preocupara..., pero cuando la carta se la devolvieron en correos me quitaron los 426 euros".

Vicente no se desalentó y reclamó: "Di la dirección de una conocida pero han pasado nueve meses y no han contestado".

"No se lo deseo a nadie"

Betsabeth afirma que dos años y dos meses y en la calle, "es demasiado tiempo, no se lo deseo a nadie".

La pareja se queja también del acoso constante que sufren por parte de los trabajadores sociales y los agentes. "Todas las mañanas viene la Policía Local a comprobar si hemos quitado la tienda, porque si no lo hacemos se llevan lo que tenemos, como pasó una vez".

"Lo único que nos ofrecen es un albergue no adaptado para discapacitados y estar separados", expresa Betsabeth que agrega que en una ocasión, una trabajadora social se presentó con una psiquiatra cuando Vicente no estaba, "porque no entendía que una persona letrada como yo estuviera con él, cuando él es lo mejor que me ha pasado en mi vida, aunque al poquito vino el infierno de la calle, que es como yo llamo a estar aquí".

"En otra ocasión, se presentó una inspectora con ocho coches de policía -dos en cada esquina-, me dio un golpe en el hombro y me dijo que me iba a mandar a Venezuela, nos tienen amenazados..., claro estar en la calle y en silla de ruedas no es una buena imagen turística de Valencia".

Vicente sale a diario buscarse la vida en los contenedores y a recoger chatarra para venderla, "a diario necesitamos 20 o 22 euros para comer y lo primero es la comida, que a ella no le falte alimento".

Betsabeth se cubre sus ojos azules con la mano para ocultar las lágrimas al evocar que son varios los que le han dicho que aborte porque no podrá tener al niño si vive en la calle. "Si me lo quitan, me muero".

"Hemos pagado un precio muy alto, -añade la mujer- porque tengo la certeza de que si él no estuviera conmigo no estaría en la calle, pero con una discapacitada todo es el triple de difícil".

De hecho, Vicente cuenta que ha mirado más de 50 habitaciones de alquiler pero al enterarse de que su mujer va en silla de ruedas, se echan atrás, "como son subarriendos se asustan por si a ella le pasa algo".

"Yo he ido a la ONCE, pero nada, quiero es trabajar en cualquier cosa para ayudarlo a él, quiero generar mis propios ingresos, no ser una carga para él", relata Betsabeth que dentro de cinco meses optará a una plaza como bibliotecaria en Magisterio, pero será un poco tarde porque el techo lo necesitan ya para alojar a su criatura cuando nazca.