La Conselleria de Cultura inició ayer el derribo de los 6 edificios sobre los que se ampliará el Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM), que tras la salida de sus propietarios habían sido ocupados por indigentes y drogadictos y se habían convertido en uno de los principales focos de degradación de Ciutat Vella. La idea es iniciar inmediatamente las excavaciones arqueológicas obligatorias y acometer la ampliación del recinto, que según fuentes oficiales, tiene sus fondos desbordados.

El IVAM puso en marcha hace una década un proyecto para ampliar su área de exposiciones de los 17.000 metros cuadrados actuales hasta los 40.000. Según fuentes de la Conselleria de Cultura, el 65% de la colección del museo procede de donaciones y en estos casos la ley obliga a tener las piezas expuestas o en itinerancia. Y aunque habitualmente hay un gran número de obras desplazadas a otros museos, los almacenes están repletos de arte pendiente de mostrarse al público.

Para resolver este problema, en el año 2002 se presentó un proyecto de ampliación de los japoneses Nishizawa y Sejima (equipo SANAA), que debía estar terminado en 2006 y que tenía como peculiaridad la construcción de un gran cubo de acero que envolviera el recinto. Pero su elevado coste, 45 millones de euros, lo ha retrasado en el tiempo y sigue pesando como una losa sobre el proyecto, cuya finalización dependerá ahora de la inversión privada.

Trabajos previos

Todo lo que ha podido hacer la Conselleria de Cultura ha sido abordar los trabajos previos. Uno de ellos fue la expropiación de los edificios que hay en la parte trasera del museo, en las calles Beneficencia, 17, 19, 21 y 23 y Na Jordana, 35 y 37 para proceder al derribo de los mismos y poder llevar a cabo la ampliación.

Con más o menos problemas -los vecinos debían ser realojados en la zona- esa fase se superó y ya solo quedaba asolar. Pero desajustes con las licencias -la ley sólo permite derribar si se presenta un proyecto de edificación en ese mismo lugar- ; la demora de las negociaciones con la Diputación de Valencia por una propiedad afectada -aún no está resuelta la permuta-; y la crisis han dilatado los trabajos, tanto que los edificios han sido ocupados por indigentes y drogadictos y la manzana, con varios colegios en los alrededores, se ha convertido en un foco de conflicto. Algunas de estas viviendas han servido de "kasal" ocupado en el que se han organizado "fiestas salvajes", como han denunciado los vecinos.

Esta situación ha sido la que finalmente ha precipitado las cosas y ha dado pie al inicio de los derribos sin tan siquiera cerrar las negociaciones con la Diputación, según aseguraron fuentes de la Consellería, que entienden que "no debe haber problemas" en este sentido.

La semana pasada se retiró el alumbrado exterior y se fumigó el interior de las 69 viviendas afectadas, peinadas previamente por la Policía Local para asegurarse de que no había nadie dentro. Y ayer se iniciaron los trabajos previos al derribo, que se llevará a cabo en apenas dos semanas.

El siguiente paso, según fuentes de la Conselleria de Cultura, será hacer las catas arqueológicas a las que obliga la ley y acomodar los restos al proyecto. Se da por hecho que en esta parte del centro histórico aparecerán restos islámicos, pero no se descartan otros hallazgos. Precisamente de todo ello dependerá la duración de este trabajo arqueológico, que desembocará inevitablemente en la ampliación propiamente dicha.

Según las fuentes, la previsión oficial es hacer una primera fase con la ampliación del edificio propiamente dicha. Y luego, según se vaya consiguiendo inversión privada, se terminará el proyecto de SANAA, que una década después sigue sin tener un horizonte claro.