"Había gente que se lo había dejado y que ha vuelto por la crisis, ya que es una salida laboral". Este es el motivo por el que según Elena Cuerda ha aumentado el número de aspirantes a vigilantes de la playa de Cruz Roja. Ella lleva más de 10 años participando en estas pruebas como la que ayer se celebraba en la playa de Pinedo y comentaba que "la criba ha sido más importante debido a la crisis, antes no había casi nadie".

Al igual que esta joven, el resto de participantes coincidían en apuntar a la situación económica como causante del aumento de candidaturas. Si bien el salario puede variar, dependiendo de la especialización, la jornada laboral hora y el periodo de trabajo, según indicaba Elena "puede rondar los 1.000 euros al mes incluyendo las dietas y otros gastos".

Desde Cruz Roja cifran en un 88% el aumento de aspirantes respecto al año pasado. De las más de 1.000 candidaturas quedaron unas 500 tras una selección, que, como Elena ayer, fueron citados en la playa de Pinedo para la última criba en forma de exámenes teórico-prácticos y pruebas físicas. Este medio millar de personas aspiraban a hacerse con unas de las 180 plazas ofertadas , la mayoría, hasta 77, para socorristas acuáticos. Estas habían pasado una criba, puesto que en un principio la institución recibió hasta 1.033 candidaturas. También se ofertaron 27 para socorristas sanitarios, así como 12 para patrones de embarcación, y, en menor medida, para conductores de ambulancia, jefes de playa, médicos, enfermeros, farmacia, mantenimiento y operadores. "Durante el resto del año estudio y es un buen trabajo para el verano", señalaba Ana Abril, nada más salir del agua, todavía fatigada. "Cada año es más difícil, hay pocas plazas y más gente con la crisis". "Los más complicado es la resistencia porque he estado entrenando en piscina porque en el mar aún hace frío y aquí no tiene nada que ver, cuesta más con las olas y tienes además que estar orientándote", comentaba esta chica de 23 años.

Tras la prueba de socorristas acuático, Jordi Barreira de Bonrepòs y Mirambell, quien es un veterano de esta prueba, comentaba que "he sido nadador durante 18 años y ahora hago Triatlón. Disfruto mucho en este trabajo y hay buen ambiente". "Aunque parece que no hacemos nada, tienes que estar preparado para en tres segundos plantarte en el agua sin saber lo que hay".

Pedro Hernansaiz, de 38 años, comentaba en cambio indicaba que "estoy en el paro y iría bien, para tener trabajo aunque sea tres meses. Ya he trabajado antes como socorrista".

Nadar 200 metros hasta una lancha

Pintado un número en el brazo para identificarlos, los aspirantes realizaron a partir de las 9 horas las diferentes pruebas para cada una de las especialidades. Previamente para poder participar en esta criba, los candidatos debían contar con el título que les acredita su formación como patrón de embarcación o socorrista, entre otros. La mayoría se presentaban para este último puesto. La prueba consistía en correr en sprint al agua, llegar hasta una boya y nadar 200 metros hasta una lancha, aunque la mayoría entre ellos señalaban que la distancia era mayor de la estipulada. A continuación se debía realizar una inmersión, coger arena del fondo, subir en la lancha, lanzarse al agua y volver hasta el punto de salida corriendo. Todo ello contrarreloj. Por otro lado había que realizar una prueba de reanimación cardiopulmonar con un muñeco. Los aspirantes a patrón de barco debían demostrar su habilidad con la lancha y su capacidad para nadar. Asimismo, se llevaron a cabo pruebas teóricas a lo largo de la mañana.