Los arroceros de Silla están en alerta máxima. El sábado inundaron los campos y algunos de ellos sembraron al día siguiente el cereal, lo que ha provocado la llegada masiva de aves del Parque Natural de l'Albufera en busca de alimento. Los agricultores ya avisaron hace días de la "superpoblación" de ánades que este año registra el humedal y del consiguiente peligro que eso acarreaba para sus cultivos. Pese a que solicitaron ayuda al Consell para ahuyentar a las aves, a día de hoy nadie ha respondido, por lo que han decidido tomar cartas en el asunto.

Sabedores de que, si no actúan, buena parte de la cosecha de arroz irá a parar al buche de la avifauna del parque natural, los arroceros han echado mano de lo que tenían a su alcance -petardos, silbatos y cañones de ruido- para ahuyentar a los patos, "galls de canyar" y pollas de agua que se acercan a los sembrados para comer.

"Durante el día no tenemos muchos problemas porque siempre hay gente trabajando en los campos", explica Vicente Calvo Mustieles, un agricultor de 71 años que lleva 47 al frente del Motor "dels Calvos" y que ha sido de los primeros en plantar este año. "Lo malo es por la noche -aclara-, cuando los arrozales están solos y no hay nadie que asuste a las aves", ni que encienda los petardos o sople los silbatos.

Por eso, muchos labradores de Silla están optando por trasnochar. "La gente se queda hasta que ha oscurecido -describe- y muchos pasan en el campo gran parte de la noche" para evitar que las ánades devoren sus cosechas. La Policía Local también colabora, sin querer, en esta tarea, ya que tiene en marcha un dispositivo especial para prevenir los robos de cobre en las infraestructuras hídricas del marjal y, al patrullar por la zona, estorba a las aves en pleno banquete nocturno.

A pesar de todo, los agricultores, que la semana pasada llegaron incluso a amenazar con matar patos si conselleria no atendía sus demandas, sospechan que los daños generados por la avifauna en las primeras horas de siembra "serán importantes" dado el gran número de ánades que registra el parque natural. Los labradores protestan porque el Consell ha retirado la subvención que les concedía hasta hace dos años para paliar esos daños. "Si quieren patos, que los paguen -dice Mustieles-, porque ahora somos nosotros los que los mantenemos de nuestro bolsillo".