El centenario Círculo de Bellas Artes de Valencia ha iniciado recientemente una nueva andadura, cuando lleva poco más de un siglo de vida. Fundado en 1894, estuvo inicialmente enclavado en la calle de Avellanas, y en la década de los años cuarenta del pasado siglo se instaló de nuevo en la plaza de Mariano Benlliure, en los salones que fueron del distinguido y popular León de Oro.

En los primeros albores, su promotor fue Juan Solís Gil, almacenista de granos en la citada calle de las Avellanas, y que su bolsillo lo puso al servicio de la nueva institución. El primer presidente fue el periodista y escritor Luis Doménech, y enseguida se adhirieron al proyecto figuras como Joaquín Agrasot y Joaquín Sorolla, que en 1912 creó un sector del Círculo, la Juventud Artística, que atrajo muy pronto a los artistas que se iniciaban en esa afición en aquellos momentos.

El Círculo desapareció en su actividad durante la guerra civil, y ya en los años cuarenta fue reabierto bajo la presidencia del Marqués de Montortal y la presidencia de honor de Luis Martí Alegre, que estaba también al frente de la Sociedad Económica Amigos del País, y que ocupó igualmente la cabecera de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad. Con ellos, dieron impulso a la recreación figuras destacadas valencianas como José Ombuena Antiñolo, Salvador Tuset, el Barón de San Petrillo, Felipe María Garín Ortiz de Taranco y la práctica totalidad de pintores, escultores, críticos y especialistas en las bellas artes.

Fueron años de gloria para el Círculo, porque el emplazamiento era ideal: céntrico, espacioso, sin tráfico y con unos salones espléndidos. Allí se concentró una riqueza artística inolvidable, con obras de los ya citados y otras muchas que fueron salvadas por Manuel González Martí en la segunda mitad de los años treinta. En sus muros se colgaron piezas de Santiago Rusiñol, Mongrell, Capuz, Ruano Llopis, Ricardo Verde, Francisco Lozano, Porcar y un largo etcétera.

Pero hace ocho años llegó un cambio que no ha resultado, de momento, beneficioso para esta entrañable entidad valenciana. Se dejó el antiguo local del León de Oro y el Círculo de Bellas Artes pasó a ocupar un palacio gótico del siglo XV, que perteneció a José Ruiz de Lihory, barón de Alcahalí, y que está situado en la calle de Cadirérs; su construcción se atribuye a Pere Compte, el mismo que realizó la Lonja, a pocos metros del mismo lugar

Pero las dificultades surgieron tras el traslado. Principalmente, la economía. En estos últimos años, el Círculo de Bellas Artes se ha visto reducido en la afluencia personal y se está viendo de alcanzar nuevos horizontes. Una posible solución ha sido la elección de una nueva junta directiva, presidida por el escultor Alfonso de la Ossa -destacado discípulo que fue del académico José Esteve Edo-, y en la que figuran José Antonio Sienra, Rafael Fábregues, María Amparo Ladios Rubio, José Vicente Alcover, Miguel Martí Ferre, Carlos Pérez Gregorio, Encarna Beltrán-Huertas, Encarna Ten Vidal, Celia Bauset Castelló y Desamparados Gil Moret.

Los nuevos directivos están tratando de una total recuperación de actividades y un rejuvenecimiento del Círculo, y han evocado lo que hace un siglo ya escribió sobre esta entidad el periodista Teodoro Llorente, cuando, al evocar al primer promotor, el ya aludido Juan Solís y Gil, escribió: "Era merecedor Solís de mano protectora. Los artistas no titubearon en tendérsela e inmediatamente abrieron una lista para aportar la cantidad necesaria con el fin de satisfacer el descubierto y reunir los fondos indispensables para los primeros gastos de instalación. En unos instantes reuniéronse unos miles de pesetas -de esto, hace un siglo- y se abrió el Círculo de Bellas Artes de Valencia". Cien años después, el llamamiento puede adoptarse de nuevo.