­El semiabandono de la Marina Real Juan Carlos I y el debate sobre su urgente revitalización ha dejado de lado uno de los valores más importantes del Puerto de Valencia, que son sus edificios, la mayoría de ellos con algún tipo de protección patrimonial. Las instalaciones de la Copa del América minimizaron su presencia y dos años después de la última gran regata, la de la 33 edición, las monstruosas bases de los equipos siguen acogotando, obstruyendo o sencillamente haciendo desaparecer visualmente a estos edificios. Y lo que es peor, entre las previsiones del Consorcio Valencia 2007, formado por las tres administraciones, está la de alquilar las bases que no están ocupadas sin incluir en esa gestión el criterio patrimonial. Puede decirse que son los grandes olvidados.

Cuando hablamos de los edificios del puerto estamos hablando básicamente de construcciones de principios del siglo pasado. Hablamos, por ejemplo, del Edificio del Reloj, que es el más emblemático y, todo sea dicho, el menos perjudicado. Diseñado en 1914 por Federico Gómez de Membrillera, nació como estación marítima a imagen y semejanza de la singular Estación de Lyon (Francia). En la actualidad pertenece al Puerto, es su sede de Gobierno y ocasionalmente se cede a diversas organismos para la celebración de actos institucionales.

Su «amenaza» es la denominada Casa de la Copa del América, un cubo prefabricado de color negro situado entre el Edificio del Reloj y el Tinglado 2. No obstante, todo indica que este edificio efímero será demolido. Esa ha sido, al parecer, una de las últimas decisiones del consorcio.

A su izquierda, según se avista Valencia desde el mar, están los tinglados 4 y 5, que al igual que el número 2 (al otro lado), fueron cedidos al Ayuntamiento para su frustrado proyecto de Balcón al Mar. Incluidos en el Plan General de Ensanche y Mejora del Puerto de Valencia de 1910, fue construido por los ingenieros José María Fuster y Fausto Elio. Aunque las pretensiones iniciales eran más ambiciosas, su estructura, básicamente metálica, es de inspiración modernista, con relieves alusivos al comercio y la navegación y mosaicos policromados de cerámica.

En su caso, hay dos «agresiones» fácilmente detectables. Delante de estos edificios se ha colocado una fila de bases de la Copa del América, de manera que no pueden verse desde el mar. Están completamente ocultos. Por otro lado, su interior ha sido acondicionado para la Fórmula 1. Ahora se utilizan como boxes, talleres y centro médico. Se ha construido incluso una entreplanta dentro de los edificios, lo que ha transformado completamente unas naves concebidas como almacenes.

Al otro lado del Edificio del Reloj está el antes mencionado Tinglado 2, de idénticas características arquitectónicas. En su caso sigue abierto al mar, pero en un lateral tiene el también citado cubo prefabricado de la Casa de la Copa del América, y al otro, casi pegada, una base, concretamente la del equipo Luna Rossa. Este tinglado no tiene en la actualidad un uso permanente. Se utiliza como espacio de ocio y ocasionalmente para eventos, aunque la mayoría del tiempo está vacío y a merced de las palomas.

Segunda línea de bases

A partir de este punto se prolonga una segunda línea de bases de la Copa del América hasta llegar prácticamente al edificio Veles e Vents, dejando detrás, ocultas al mar, hasta cinco edificaciones portuarias igualmente emblemáticas. Una de ellas es la sede de Gobierno, construida en 1961 y propiedad del puerto. Le sigue el de Sanidad Exterior, construido en 1942 y propiedad del Ministerio de Sanidad. Y a continuación queda el de la Aduana, que originariamente sirvió a esa función y ahora pertenece a la Agencia Tributaria, de tal forma que muchos valencianos lo conocen por hacer allí la declaración de la renta.

El edificio de la Aduana, el más valioso de los tres, se terminó en el año 1930 y es obra del arquitecto valenciano Enrique Viedma, autor también de la Finca Roja o los chalés de los periodistas, lo que lo convierte en un icono de la arquitectura de la ciudad de esa época.

Para terminar, hay que citar el edificio del Varadero Público, construido 1917 sobre el muelle de la aduana; y los Docks Comerciales, proyectados por Demetrio Ribes hacia 1911. Combinando elementos modernistas e historicistas, el Varadero es propiedad de la Autoridad Portuaria y fue cedido inicialmente a AC Management, empresa organizadora de la Copa del América. Ahora, sin embargo, depende del Consorcio Valencia 2007. En todos los casos se trata, por tanto, de edificios de gran valor patrimonial, auténticos iconos de la arquitectura valenciana cuya protección, uso y conservación está en juego. Y lo más preocupante no es ya la situación actual, sino las previsiones para los próximos años.

Criterio patrimonial

El Consorcio Valencia 2007, formado por el Ayuntamiento de Valencia, el Gobierno central y la Generalitat Valenciana, lejos de «liberar» estos edificios, se propone mantener las bases que están en uso y alquilar las que se hayan quedado libres. Es una forma de dar utilidad a la Marina Real Juan Carlos I, rentabilizar económicamente estas instalaciones y recapitalizar el propio consorcio, que tiene pendiente de pago el crédito ICO firmado para construir las infraestructuras de la Copa del América. En esos contratos se incluye siempre una clausula que permite al consorcio recuperar la concesión, pero, según ha podido saber este periódico, en sus criterios para darlas o retirarlas no se incluye el valor patrimonial de estas auténticas joyas del puerto.