Aterricé en Omán y fui de sorpresa en sorpresa. El segundo embajador de España, Gabriel Alou, era valenciano, de Sant Mateu. También valenciano era el director de la Orquesta del Sultán, la "Royal Omán Symphony Orchestra", Venancio Rius, de Moncófar. También me tropecé en el Ministerio de Economía con una representación de "Feria Valencia", que querían hacer allí, y en Dubai, Palacios Feriales. No sé cómo habrán quedado.

A caballo de Irán e Irak se extiende a lo largo de la costa, apretujado por montañas y desiertos el país de Omán, tradicionalmente un país de paz, pacífico. La toponimia del país recuerda mucho a Valencia, hasta hay un lugar llamado Almussafes, como en la no lejana Bagdad existe un Russafa.

La autopista que une Mascate con Dubai está flanqueada a cada trecho por numerosas mezquitas construidas por el Sultán para que agricultores y ganaderos recen en las horas que manda el Corán. Recuerdan dichas construcciones nuestras ermitas valencianas desplegadas por doquier sobre campos y montes, impuestas tras la conquista jaimina sobre las mezquitas.

Recorrí todo Omán: el desierto, los lugares turísticos, la gran mezquita, las zonas industriales, el palacio del sultán, los centros culturales, el zoco, los oasis,É espacios diversos de gran contraste que hablaban de paz, tranquilidad, belleza, desarrollo, progreso y amabilidad de sus gentes.

En las noches silentes del desierto, lejos de toda civilización rural o urbana, junto a las hogueras de las jaimas de los habitantes del desierto, nómadas, supe de hermosas y legendarias historias. Una de ellas la de los Reyes Magos de Oriente. Etimológicamente, la palabra ???? en griego significa "hombre sabio", de ciencia, conocedores de la astronomía y astrología.

Salieron de Omán, cuentan orgullosos los omaníes, que no cesan en sus agasajos de café y dátiles en la oscuridad de la noche. Los Reyes Magos partieron de Omán siguiendo la luminosa estrella que les condujo hasta Belén a adorar el Niño Dios.

Eran tres los Reyes Magos y partieron de la región de Dofar, 800 kilómetros al sur de Mascate, cuna del más afamado incienso del mundo. Territorio rico en praderas y ganado, contrapunto de la austeridad del desierto, en cuyo vientre hay importantes bolsas de petróleo.

Al llegar a Belén, cuenta la tradición, ofrecieron al Niño Dios oro, significando su naturaleza real; incienso, simbolizando su naturaleza divina; y mirra, bálsamo del dolor, preludio de sufrimientos y muertes, producto para embalsamar.

El incienso es una resina de color blanco lechoso. La mirra, resina de color rojizo. Son productos que siempre han sido utilizados en actos religiosos y medicinales. Los egipcios los usaban en los sacrificios de animales y humanos, momias... Judíos y cristianos lo incorporaron a sus ceremonias religiosas. Médicamente servían para curar heridas, antídoto del veneno, tratamiento de la lepra, la diarrea, el cólera y hasta de la alopecia.

Omán se convirtió ya en la antigüedad en un importante país exportador de incienso y mirra, el primero símbolo de vida, y la segunda símbolo de la muerte. La importancia histórica y actual de su cultivo y producción ha hecho que hoy los cuatro sitios de la Tierra del Incienso Shisr, Al Balaeed, Khor Rori y, Wadi Dawkah, estén incluidos en la lista del Patrimonio Cultural Natural Mundial de la Unesco.

El incienso de la mejor calidad lo producen los árboles de la planta boswelia sacra del wadi. Estos árboles crecen en abundancia en este área, pues el gobierno mantiene una política de reforestación importante con el fin de de aumentar los denominados árboles del incienso.

La tradición oriental de los Reyes Magos de oriente pronto arraigó en occidente donde se multiplicó en otras varias, siendo la más conocida aquella que refiere el martirio de los Reyes Magos en Saba y sus restos mortales llevados a Constantinopla y de allí, ya en el siglo XII, trasladados a Colonia (Alemania), en cuya catedral están conservados en un artístico relicario, donde son venerados por los múltiples peregrinos de todo el mundo que allí acuden.

En la Comunidad Valenciana, el pueblo de Ibi tiene dedicado a los Reyes Magos un monumento, por su relación con los juguetes (en que transformaron el oro, el incienso y la mirra) que en la noche mágica y tradicional del 5 de enero reparten por las casas donde hay niños.