El Jardín de Monforte volverá a abrir sus puertas al público en los próximos días y lo hará después de permanecer más de un año cerrados, acumular un gasto de 1,3 millones de euros, sentar a un concejal en el banquillo de los acusados y dejar sin hacer, después de una dura polémica, una de sus obras más ambiciosas: el derribo del muro que lo rodea y su sustitución por una verja. En el haber de la obra se encuentra un lavado de cara integral al recinto, una caseta para los trabajadores y la recuperación de numerosos restos arqueológicos, entre ellos la traza del Palacio de Ripalda, extremo exhibido por el Servicio de Jardinería para justificar el retraso y los sobrecostes.

A lo largo de esta semana, operarios de la contrata están dando los últimos retoques al jardín e instalando cámaras de vigilancia. Todo parece indicar que el jardín volverá a abrir sus puertas en los próximos días, después de un año mucho más intenso de lo que se esperaba en un principio.

Las "obras de protección y recuperación de jardines históricos en los jardines de Monforte" fueron incluidas por el Ayuntamiento de Valencia en el segundo Plan Zapatero y fueron aprobadas por el Gobierno con un importe de 1,2 millones de euros. El objetivo era la recuperación integral del jardín histórico, la puesta en valor del conjunto declarado Bien de Interés Cultural (BIC) y la construcción de una nueva área de mantenimiento del jardín.

Comienzan los problemas

Las obras debían comenzar en diciembre de 2010 y acabar en marzo de 2011, pero los proyectos arqueológicos retrasaron un mes el inicio de los trabajos y los hallazgos posteriores obligaron a prorrogar la finalización de la obra hasta el 31 de diciembre de 2011. Además, a finales de año se presentó en la Junta de Gobierno Local un proyecto modificado para ampliar las excavaciones y reclamar de las arcas municipales 209.427 euros más, petición que fue aprobada.

El total, se han gastado 1,3 millones de euros (la licitación inicial se pactó a la baja) y lo que eran cuatro meses de obra han terminado siendo más de un año. Y todo ello sin ejecutar el proyecto que improvisó el Ayuntamiento, espoleado por el presidente del Consell Valencia de Cultura, Santiago Grisolía, entre otros, de derribar la parte del muro recayente en las calles Monforte y Severo Ochoa para sustituirlo por una verja y así ventilar los árboles, algunos de los cuales estaban en malas condiciones.

Esa apuesta, que iba a pagar el Ayuntamiento con fondos propios, mereció numerosas críticas por ser un atentado contra el jardín romántico ideado en 1959 por el arquitecto Sebastián Monleón. Una de las entidades que lo cuestionaron fue Cercle Obert de Benicalap, que convencida de que los árboles morían por el muro pantalla del aparcamiento construido en Severo Ochoa, llevó el caso a los tribunales y colateralmente se supo que ese proyecto no contaba con el preceptivo informe de la Dirección General de Patrimonio.

Juicio y puntilla

Tal irregularidad llevó al banquillo de los acusados al concejal de Urbanismo, Jorge Bellver, que finalmente fue absuelto del delito de prevaricación del que se le acusaba. Pero eso dejó tocado de muerte el proyecto de derribo del muro, que finalmente no se ha realizado.

Cerrado este episodio, todo lo que se ha hecho ha sido acabar el proyecto inicial (las obras se han parado intermitentemente) y hacer la modificación de proyecto antes descrita, cuya finalización estaba prevista para el 31 de enero. Esta semana se estaban dando los últimos retoques al jardín, a los viales y al sistema de seguridad, que incluye por primera vez cámaras de vigilancia. La apertura -al menos así lo creen los funcionarios- es inminente.