«Han pasado ya más de seis décadas y, a pesar de que los médicos españoles sólo estuvieron cinco años al frente del Hospital Varsovia de Toulouse, sus nombres aún permanecen en la memoria del exilio republicano en Francia», cuenta Àlvar Martínez, investigador del Instituto de Historia de la Medicina y de la Ciencia López Piñero de la Universitat de València, que ha reconstruido la historia de este singular centro hospitalario. «Es emocionante», continúa, ver como una de aquellas niñas del exilio republicano, hoy con más de 70 años, «te habla con devoción de los médicos del Varsovia y te dice, ´es que cuando era pequeña me curaron´».

Testimonios como estos, recogidos entre los hijos y nietos de los refugiados republicanos en la capital de la antigua Occitania, dan vida al documental «La batalla del Varsòvia» en el que Martínez y el periodista valenciano Juli Esteve narran la epopeya de este hospital. Un centro que «aún existe hoy en día y mantiene los mismos principios de medicina social con los que fue fundado», añade el alma mater de InfoTV. Esta productora valenciana ha realizado el audiovisual por encargo del Museu d´Història de la Medicina de Catalunya, con el apoyo del Memorial Democràtic.

La historia del Hospital Varsovia arranca en octubre de 1944, cuando un grupo de médicos republicanos, la mayoría de ellos catalanes, que habían combatido a los nazis en la Resistencia fundaron un hospital de sangre en Toulouse para atender a los maquis heridos en la fallida operación Reconquista contra Franco impulsada por el PCE.

Aquel pequeño hospital de apenas 60 camas, que ocupaba una mansión de la calle Varsovia —de ahí su nombre— incautada a un colaboracionista, pronto sería el centro médico de referencia para los 150.000 exiliados españoles en el sur Francia, varios miles de ellos valencianos. En el Varsovia no sólo trataron a heridos en la frustrada invasión de la Vall d´Aran, sino también a supervivientes españoles de campos de concentración nazis como Mauthausen o Dachau.

Martínez detalla que la colonia republicana en Toulouse, la mayoría de ella afincada en el barrio de Saint-Cyprien donde se levanta el hospital, vivía una situación desesperada: «Los refugiados que no trabajaban carecían de asistencia sanitaria, legalmente estaban en el limbo. Además, su salud era muy preccaria tras la Guerra Civil, su paso por los campos de refugiados franceses y la II Guerra Mundial».

Los médicos republicanos querían atender a los refugiados civiles, «pero no podían al no estar reconocida su titulación en Francia». Finalmente, el Ministro de Sanidad galo, que era comunista como la mayoría de doctores del Varsovia, les autorizó a seguir como institución benéfica no lucrativa para pacientes españoles.El Varsovia, «cuya norma era no cobrar por la asistencia» dice Martínez, «se consolidó así como el hospital de los republicanos, no sólo comunistas, pues en su base de datos están los nombres de todo el exilio español en Toulouse».

El historiador subraya que el hospital sobrevivió por la ayuda ciudadana que llegaba desde EE UU recogida por ONG civiles y religiosas de carácter progresista.

La «caza de brujas» de la operación Boléro-Paprika

Los médicos republicanos del Hospital Varsovia además de la Guerra Civil, perdieron también la Guerra Fría. La «caza de brujas» desatada en EE UU por el senador McCarthy les alcanzó de pleno cuando en 1948 la cúpula directiva del Comité de Ayuda al Refugiado Antifascista en ese país fue encarcelada bajo la acusación promover actividades antiamericanas. Esta organización se encargaba de recoger fondos para sostener el hospital junto a Comité de Servicios de los Unitarios, «la iglesia liberal norteamericana más progresista», explica Àlvar Martínez. Ante la ola de fervor anticomunista, los unitarios también retirarían sus ayudas.

Pero la guillotina iba a llegar con el creciente acercamiento de Washington a Franco y las presiones de la CIA a París para que desmontara las organizaciones comunistas extranjeras en Francia, entre ellas el PCE. Así, en la madrugada del 7 de enero de 1950, la policía gala desencadenó la operación Boléro-Paprika, una «caza de brujas» en la que se detuvo a 404 militantes comunistas, 276 de ellos españoles. Entre ellos estaban los médicos del Varsovia, que fueron expulsados del país bajo la acusación «de ser espias comunistas al servicio del Komintern», añade Martínez. El historiador explica que los gendarmes registraron el hospital «de arriba abajo, destriparon los colchones de los enfermos buscando armas y una radio», pues decían que el Varsovia era un centro de espionaje de la URSS y un depósito de armas del PCE, pero «no encontraron nada».

La prensa franquista recogía la noticia señalando, que un hospital que se llama Varsovia, no podía ser otra cosa que un nido de espías soviéticos. Sin embargo, Juli Esteve matiza que el nombre de la calle donde está el hospital «´Varsovie´ proviene de la palabra occitana ´verso-vin´ (verter el vino)».

La expulsión de los médicos dejó a unos 80 pacientes del hospital en situación de abandono. Pero, es mismo día, un grupo de doctores tolosanos del Partido Comunista Francés (PCF), liderados por el prestigioso cirujano Joseph Ducuing, se hizo cargo del hospital y batalló durante cinco años con el Gobierno francés para evitar el cierre. Hoy en día el Varsovia, que lleva el nombre de Ducuing, «es un centro privado-concertado integrada en la red pública sanitaria francesa que rige por un patronato que esta obligado a reinvertir todos sus beneficios en el hospital».