No hubo una inauguración especial. No hubo un corte de cinta, ni siquiera fotos de cara a la galería. No es tan espectacular como l'Assut d l'Or, ni La Peineta de Calatrava. Pero aún así, ayer la ciudad de Valencia estrenó un nuevo puente que ha cambiado la configuración del tráfico rodado y las posibilidades de caminar para los peatones en el entorno de las Torres de Serranos.

La mítica entrada a la puerta de la ciudad ya no es territorio de coches. Ahora es el nuevo Pont de Fusta el que conecta las dos márgenes del viejo cauce del río a la altura del antiguo de madera, y luego de cemento, que tendrá su reencarnación en una pasarela anexa. Con este ya son diecinueve los puentes que la ciudad ha estrenado para salvar la antigua cicatriz del Turia.

Desde primera hora de ayer el puente se abrió con un día de adelanto, a modo de jornada de pruebas. Según el ayuntamiento la intención era aprovechar la menor densidad de coches para poder solventar problemas en el caso de que se detectasen. Pero realmente hoy será la prueba de fuego, con el tráfico de un día laborable, autobuses y sus horas puntas.

Primeras dudas ante la novedad

El nuevo Pont de Fusta del arquitecto José María Tomás es sobrio. Su construcción y la reordenación del entorno ha costado 12 millones de euros.

Como ya publicó este diario consta de tres carriles, todos en la misma dirección (desde Trinitat a Trénor), de los que dos permiten continuar por la margen derecha y el otro lleva hasta la Plaza dels Furs, detrás de las Torres de Serranos.

Como pudo comprobar este diario en el mismo puente, la circulación discurrió sin incidentes. Eso sí, la novedad produjo algunas dudas. Por ejemplo en la calle Trinitat, donde algún coche se colaba sin querer en el nuevo carril de incorporación al puente y volvía a salirse del mismo saltándose la continua.

También al otro lado, en el carril en dirección a la Plaza dels Furs, algún conductor no sabía hacia donde debía ir, puesto que no sabían si podían cruzar por en medio Conde Trénor. De hecho, un motorista se quedó parado en esta intersección y tuvieron que acudir dos hombres que estaban en la acera para explicarle la nueva ordenación. No había ningún despliegue especial de la Policía Local para solventar dudas o evitar incidentes derivados de la novedad.

Por otro lado, en el acceso de Trinitat todavía no se había puesto en funcionamiento un semáforo para peatones y por lo tanto no se había habilitado el paso que conecta la acera de la margen derecha. Por lo tanto había que cruzar toda la avenida para buscar pasos de cebra.

Muchos vecinos se acercaban ayer curiosos hasta el puente para ir asimilando el cambio. Debatían y se preguntaban desde donde se accedía y hacia donde se podía ir. Como señalaba algún peatón "es cuestión de tiempo, de que la gente circule y se acostumbre". La mayoría de los viandantes consultados aprobaban el nuevo puente. Como Rafael, quien opinaba que era una buena idea "porque así se cierra el de Serranos, que es muy antiguo. Hay que cuidarlo del paso de autobuses y coches".

Además del nuevo puente, la gente se mostró especialmente curiosa por la pasarela peatonal que todavía sigue sin estar terminada, y que se espera se abra el día 6 de marzo. A día de hoy se está colocando el suelo de madera que hace honor al antiguo puente. Tampoco se ha elevado la escalera que lo conectará con el Jardín del Turia.