Resultará absurdo este titular, pues toda la costa mediterránea, con el universo entero, llevaba en el mundo cientos, miles y miles de años, desde que el creador los construyó en seis días, «y al séptimo descansó». Por ello, podrá parecer aventurado decir que la Costa Brava, al norte de las orillas del mismo mar de la Región Valenciana, exista desde hace un siglo exactamente,

Nos explicaremos. Esa costa, en la mitad norte de Cataluña, existe de siempre; pero el nombre —y renombre— de Costa Brava se tituló hace ahora exactamente cien años —bueno, ciento cuatro— cuando un periodista catalán así la señaló y el acertado calificativo fue en seguida aceptado por la autoridad competente, pasando ya a la posteridad como tal.

Fue el periodista Fernando Agulló, que ejerció en su tierra y también en algunas escapadas a países sudamericanos, quien en el año 1908, tras un detallado recorrido por la espléndida zona, con sus calas, sus peñascos y sus paisajes encantadores, citó en La Veu de Catalunya lo que llamó la Costa Brava, que hasta entonces, y desde la creación, no tenía nombre específico. Y si tenemos en España la Costa Dorada, la Costa Blanca, la Costa del Sol y tantas otras, la Brava pasó ya a los más selectos programas del turismo mundial, equiparada, como las otras citadas, a la ya legendaria Costa Azul francesa.

Muchos acontecimientos y recuerdos han llenado la historia del siglo desde que el periodista Agulló arrancó el nuevo calificativo. Por ejemplo, en Tossa de Mar hay un monumento dedicado a la inolvidable Ava Gardner, que en dicha población rodó la película Pandora, y la localidad quiso erigir una figura en bronce de tamaño natural.

Por cierto, que en la misma Costa Brava la actriz se hospedó en una población vecina, en S´Agaró, en el lujoso hotel La Gavina, donde se dice —«se dice», ¡eh!, se dice— que fue visitada por un renombrado torero español —no hace falta decir el nombre— con el que convivió un histórico romance. Tanto sonó en rumorología mundial, que se asegura que el esposo de la actriz, Frank Sinatra, con el que se había casado en 1951, acudió indignado y se rompió el matrimonio.

También recordarán los lectores veteranos una anécdota —¿verdadera?, ¿inventada?— que circuló entonces por España. Se dijo que el torero, tras el «flirt», se levantó rápido, se vistió y se dirigió a la puerta. La artista preguntó: «¿Dónde vas tan deprisa? ¡A contarlo a los amigos!», se rumoreaba que él contestó.

Pero volvamos a la secular Costa Brava. Siguiendo la ruta hacia el norte, en San Felíu de Guixols, los guías señalan una enorme finca, rodeada de jardines y casi diríamos bosque, que pertenece a la ya famosa —y popular— Carmen «Tita» Cervera, la baronesa Thyssen, que de su renombre como miss ha pasado a título nobiliario, personaje en el mundo de las Bellas Artes y de los programas y revistas del corazón.

Hay más historias y leyendas en esa renombrada costa turística. Un espacio a orilla del mar recuerdan los vecinos que era conocido como «cala del señor Ramón», y que allí arrancó una playa nudista, cuando ese atrevimiento resultaba insospechado en España. Y que el tal «señor Ramón» tenía unos vigilantes en los accesos, los cuales avisaban de la llegada de la policía, lo que daba tiempo a que los bañistas exhibicionistas se cubrieran el cuerpo y evitaran la denuncia.

Otra de las curiosidades de la zona es la llamada Casa de los Picos, en cuyo tejado aparecen seis o siete pequeñas torteas; y aseguran los vecinos que el dueño se había propuesto levantar «un pico» por cada hijo que naciera de su matrimonio; y lo cumplió. En fin, son historias, o historietas y rumores de una zona marítimo-terrestre muy conocida mundialmente, y situada al norte de nuestra tierra valenciana, a orillas del mismo mar Mediterráneo.