Controlado y con pocas incidencias. Así puede resumirse la «fiesta de las paellas» de los universitarios valencianos, devenida luego en «macrobotellón» y ahora en evento musical con «botellón organizado». La fuerte presencia policial y el trabajo de los organizadores dio orden a una fiesta rechazada por las propias universidades, temida por los vecinos y desaconsejada por las autoridades. De «éxito rotundo» la calificaron los responsables del evento y también la gran mayoría de los cerca de 10.000 asistentes.

La fiesta comenzó a las 12,30 horas, treinta minutos después de lo anunciado «para asegurarnos de que todo estaba perfecto», dijeron los organizadores. Para entonces ya había cientos de jóvenes esperando a la puerta, cargados de bebida y comida —cubos de basura, neveras, capazos y cualquier bolsa servía como recipiente— y ataviados con las clásicas camisetas de la fiesta de las paellas. «Lléname el vaso, me falta liquidez», rezaba la de un grupo de chicas de Administración y Dirección de Empresas.

En la puerta los controles eran estrictos. Treinta vigilantes se encargaban de la seguridad. Sólo pasaban envases de plástico y sin tapones. Y dentro se repartía una paella gigante y una bebida por entrada, todo ello envuelto en tres ambientes musicales —con karaoke incluido— barras con comida y bebida y un servicio médico para atender a los jóvenes que de media tarde en adelante empezaron a notar los efectos de la ingesta y el sol. Hubo 40 atenciones médicas, la mayoría por lipotimias, media docena de intoxicaciones etílicas y un traslado en ambulancia por una caída

En el exterior, la vigilancia la puso la Policía Local, que con el concejal Miguel Domínguez al frente, montó un fuerte dispositivo para evitar el «botellón» fuera del recinto. Domínguez advirtió a los organizadores de que sancionaría cualquier desliz fuera del solar de Adif, así como un exceso de decibelios en los equipos de música del interior.

De todas formas, la mayor preocupación era la salida, a las 22 horas. Pero tampoco hubo problemas. La gente salió organizadamente y se dispersó sin problemas.

Ahora, los organizadores piensan en exportar este modelo a otras ciudades de España y ya han quedado con los estudiantes para el año que viene.