De entre todas las danzas que se bailan con motivo de las fiestas valencianas de Corpus, la más característica y singular es la Dansa de la Moma, un baile que escenifica la lucha entre el Bien, la Virtud, que encarna La Moma, y el Mal, representado por siete varones que simbolizan los siete pecados capitales.

La Moma, vestida de mujer, con antifaz y velo, va toda de blanco —color que es símbolo de la Gracia— guantes incluidos, lleva corona de rey, sobre la que surge un manojo de flores y en la mano izquierda porta un cetro con el escudo de la ciudad de Valencia, mientras que en la derecha lleva un abanico. Calza zapato o alpargata, lleva basquiña amplia y larga con la que se conjunta un jubón del mismo tejido y color. Los Momos, los pecados, visten blusas de color burdeos y pantalones negros,—colores que son símbolo del infierno y del diablo— calzando alpargatas de careta y medias largas blancas. La cabeza la llevan cubierta con gorro multicolor y tapándose la cara llevan antifaz negro. A la espalda lucen una especie de pañoletas con dibujos alusivos al demonio y los pecados. En las manos llevan bastones y castañuelas para el baile. Los Momos hacen un precioso con los bastones en derredor de la Moma intentando asediarla, seducirla, vencerla, pero siempre vence la Moma, el Bien.

Salvador Seguí que estudió y rescató las danzas de Corpus sitúa el origen de esta danza en el siglo XVI. Como a las mujeres la Iglesia les prohibía en aquella época participar en nada que tuviera que ver con la liturgia y actos religiosos, el baile siempre estuvo ejecutado por hombres, costumbre que persiste.

Joan Moraleda asigna la paternidad de esta danza al Gremi de Pelaires, que la bailaba y un día decidió incorporarla a la procesión de Corpus, bajo cuya responsabilidad se ejecutó hasta el siglo XVIII en que pasó a cargo del Ayuntamiento.

No obstante la creencia de que la Dansa de la Moma es exclusivamente valenciana, en los Corpus de otras regiones españolas, especialmente las castellanas, hay danzas similares, al menos en cuanto al concepto coreográfico de lucha entre la Virtud o el Bien contra el Mal o pecados, es decir la tesis del triunfo de la gracia sobre el pecado. Ejemplo de similitudes con nuestra Moma lo encontramos en las fiestas de Corpus del pueblecito de Camuñas (Toledo).

La explicación que se da en Camuñas de su también singular y característica danza de Corpus es que «el pueblo entero glorifica a su Dios y Señor, que sale su paso y le presenta el memorial de sus pecados para que Éste le perdone, es un pueblo entero que hace penitencia para purificarse a los ojos de su Dios y Señor, es la confesión de un pueblo a su Dios y Señor en persona».

Ese carácter penitencial de Castilla, en absoluto aparece hoy —aunque en algún momento lo fuese— en Valencia, pues nuestra mediterraneidad y espíritu festivo para nada quiere ver en la Procesión de Corpus un desfile penitencial, que, históricamente, lo fue, sino todo lo contrario, un suntuoso desfile religioso-popular, barroco, que embelesa y agrada los cinco sentidos. Valencia y los valencianos somos así.