­La Comunitat Valenciana albergó el sueño, durante un par de años, de ser la patria chica europea de Mickey Mouse y el Pato Donald. Sucedió a mediados de los 80, hace casi treinta años. Aquel intento de acoger un proyecto de cifras astronómicas ha vuelto a la memoria de los más veteranos cuando esta semana se ha suscitado la posibilidad, remota, de que Castelló acogiera el proyecto Eurovegas, la ciudad de los casinos que promueve el magnate estadounidense Sheldon Adelson. El empresario Jesús Ger lanzó la propuesta de que esta «ciudad del pecado» se instalara en los terrenos previstos en Cabanes y Orpesa para acoger el megaproyecto «Marina d´Or Golf». La ilusión apenas duró cuatro días. El pasado martes, la empresa promotora de la iniciativa, Las Vegas Sands Corporation, agradeció «el ofrecimiento» de Castelló, pero dejó bien claro que la pugna se dirimía entre Barcelona y Madrid. Aunque el empresario Jesús Ger asegura que seguirá intentándolo.

A Cabanes, precisamente, le sonará esta historia de candidaturas ya que en los años 80 fue, junto a Torreblanca y la marjal de Pego-Oliva, una de las candidatas a albergar la ciudad de los suelos de la Walt Disney Productions.

España entró en la pugna por Eurodisney en 1983, cuando el ministro de Transportes, Turismo y Comunicaciones, Enrique Barón, envió una carta a los responsables de Walt Disney Productions para mostrar su interés por acoger el proyecto, inicialmente bautizado como Eurodisney, y por el que ya pujaban Gran Bretaña, Italia, Francia, Alemania y Grecia. Finalmente serían España y Francia las dos rivales definitivas. En el Gobierno central, tres fueron los interlocutores con la Disney: Ignacio Vasallo, director general del Instituto de Promoción de Turismo; Ignacio Fuejo, secretario general de Turismo y Guillermo de la Dehesa secretario general de Comercio (el hombre de los números). Junto a ellos los dos dos consejeros de las dos zonas candidatas: Segundo Bru, de la Generalitat Valenciana, y Francisco Sanuy de la Generalitat de Cataluña, aunque después aún se subiría al carro Andalucía.

«Para nosotros todo empezó tras un viaje que hicimos Lerma, Císcar y yo, en 1983 o 1984, a California», recuerda a Levante-EMV el entonces conseller de Industria, Turismo y Comercio, Segundo Bru. Al principio, explica, las negociaciones con los técnicos americanos que visitaron Valencia «fueron muy discretas, nadie se enteró». Pero con las visitas de los primeros espadas de la Walt Disney Productions todo se desmadró. Las negociaciones y las visitas pretendían ser discretas, por la elevada inversión en juego que podía alcanzar los 200.000 millones de pesetas. De ahí que los políticos, los ejecutivos de la Disney y los periodistas comenzaron a jugar al gato y al ratón en los sucesivos viajes que realizaron a la Comunitat Valenciana con visitas por carretera a un hotel de la Vila-Joiosa (en pleno invierno y cerrado al público, para despistar), la zona de Cabanes y Torreblanca y a la marjal de Pego-Oliva. Las crónicas escritas por los redactores de Levante-EMV entre septiembre y noviembre de 1985 revelan el hermetismo que rodeaba las visitas de los gerifaltes de la Disney y los esquinazos y evasivas con las que recibían a la prensa. «Una noche nos descubrieron durante una cena en el restaurante La Hacienda de Valencia», recuerda Segundo Bru. Fue una noche de esperas y persecuciones por la ciudad a la caza de la exclusiva de la oferta que la Generalitat iba a realizar a los representantes de la Disney. «Tenían las ideas bastante claras», recuerda Segundo Bru. «Y eran muy concienzudos en la información que nos reclamaban. Por ejemplo nos pidieron información sobre las temperaturas diarias de los últimos 50 años en las zonas que se barajaban... ¡Aquello nos costó un dineral! Menos mal que el Instituto Meteorológico nos ayudó... Pero como no había ordenadores, toda la información se recopilaba en papel. ¡A la Disney le enviamos 20 o 30 kilos de documentación!», explica el entonces conseller de Industria. Bru recuerda que fue precisamente la meteorología la que hizo descartar opciones como Salou o Torreblanca «porque alcanzaban temperaturas bajo cero en invierno». Finalmente, según Bru, «la decisión se decantó hacia la opción de París porque el presidente de Disney (por aquel entonces Michael Eisner) estaba casado con una parisina y pese a que el vicepresidente, James B. Cora, defendía la opción de crear una marina de lujo en el Mediterráneo».

Cinco años de obras y un éxito de visitantes

El primer ministro francés, Jacques Chirac, y el presidente de Walt Disney Company, Michael D. Eisner, rubricaron en marzo de 1987 el acuerdo definitivo para que Eurodisney se instalara junto a París. Eurodisneyland no se abriría al público hasta el 12 de abril de 1992. Tras unos inicios complicados, un cambio de nombre (Disneyland Paris) y el rediseño de atracciones en 1995 ahora lo visitan alrededor de 15 millones de personas al año. l. b. valencia