La contaminación lumínica, entendida como la luz artificial destinada a iluminar calles y carreteras pero que se acaba perdiendo hacia el espacio, no sólo es un quebradero de cabeza para los astrónomos sino que se ha convertido en un problema para toda la sociedad por su gran impacto económico, social y ecológico. Este es el principal mensaje que quieren transmitir los 300 astrónomos de toda España que la Sociedad Española de Astronomía (SEA) congrega esta semana en Valencia con motivo de su décima reunión bianual.

En el cónclave astronómico participa el profesor Jaime Zamorano, uno de los miembros principales del grupo de Estudio de la Contaminación Lumínica en España de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Los sucesivos informes que ha elaborado este equipo del Departamento de Astrofísica y Ciencias de la Atmósfera de la UCM desde 2007 colocan a España "como la campeona de Europa en consumo energético del alumbrado público" con un gasto de entre 118 kilovatios hora al año (kWh/año) por habitante, frente a los 90 kwh/año de Francia, los 48 de Alemania o los 40 de Holanda.

El grupo de la UCM sitúa a la provincia de Valencia y, especialmente al "Cap i Casal", como la ciudad española con las calles más iluminadas y, por tanto, la que más contamina lumínicamente por habitante". Así, Valencia, con un gasto en iluminación urbana por habitante de 137 kWh/año según el informe de la Complutense, "consume el doble que Madrid o Barcelona, y hasta tres o cuatro veces más que Alemania o Holanda", apunta Eduardo Ros, profesor de Astrofísica de la Universitat de València y coorganizador de la bienal de la SEA.

Ros, uno de los principales expertos españoles en el estudio de agujeros negros supermasivos, destaca que el exceso de iluminación de las calles valencianas "se transforma en dinero que hay que pagar a las compañías eléctricas y en problemas en el sueño de los ciudadanos, así como en trastornos de los ciclos biológicos del resto de seres vivos".

Zamorano añade que el alumbrado público "no debería estar destinado a convertir la noche en día, pues eso es un derroche". Es importante, destaca, que las farolas "iluminen solo hacia abajo, pues alumbrar fachadas o hacia arriba es luz que se pierde. También argumenta que es necesario reducir la potencia de las luminarias, "pues si la luz es excesiva, ésta rebota en el suelo y llega a la atmósfera". El estudio de la UCM revela que la potencia media por farola en España supera los 160 vatios (W), casi 20 veces más que en Holanda.

Respecto a la sobreiluminación de Valencia, el experto de la Complutense, matiza que aunque "es el paradigma de lo que no hay que hacer en alumbrado público, su situación no es mucho peor que cualquier otra gran ciudad española". Cuenta que el principal problema que se encuentran los ayuntamientos a la hora de reducir el gasto en alumbrado público son las quejas vecinales, y por ello aboga por concienciar a la población sobre este problema. "Si nadie deja la luz del pasillo cuando se va a dormir por si se levanta al baño, ¿por qué tener las farolas encendidas toda la noche?", se pregunta.

La crisis apaga las farolas

Zamorano argumenta que Francia "apaga desde 2008 el alumbrado público en municipios pequeños desde medianoche hasta las cinco de la mañana, mientas en Italia se lo están pensando". Reconoce, no obstante, que la crisis "está ayudando a reducir la contaminación lumínica", pues algunos ayuntamientos optan por apagar farolas alternas -Valencia lo hizo de forma testimonial hace unos meses- o rebajar su potencia.

Enric Marco, investigador de la Universitat que presentará en la bienal de la SEA un informe sobre la contaminación lumínica de los parques naturales del Turia y la Calderona, señaló que algunos de los municipios del entorno de estas zonas protegidas "se están saltando a la torera la normativa que desde 2009 impide instalar luminarias energéticamente ineficientes como las farolas de bola".

Otro aspecto preocupante según Marco es la renovación de luminarias con luces de "led" blancas, que al crear un efecto de cielo azul son perjudiciales para la salud, pues "agravarán el insomnio y los problemas de dolores de cabeza".

"No tiene sentido ver las calles de Valencia a 400 km de altura"

Las imágenes captadas desde la Estación Espacial Internacional (ISS) a 400 km de altura recogidas por el grupo de Estudio de la Contaminación Lumínica en España de la Universidad Complutense muestran como la luz que emite el alumbrado público de Valencia es más intensa que la de Barcelona o Madrid. Eduardo Ros, profesor de la UV, explica que "no tiene sentido que las calles de Valencia se distingan por la noche desde la ISS, pues eso significa que el alumbrado no es efectivo".

Ros señala como los puntos más sobreiluminados el puerto, la Ciudad de las Artes y las Ciencias, el Palacio de Congresos y el barrio de la Exposición, "donde hay muchas farolas de globo". La ley obliga a retirar estas luminarias, prohibidas desde 2009, antes de 2014. La imagen también permite apreciar la contaminación lumínica del parque natural de l'Albufera por los municipios colindantes. El profesor Jaime Zamorano destaca que en la última década en España el gasto en alumbrado público "ha crecido casi un 5 %, mientras la población ha aumentado un 0,7 %". R. m. valencia