A Fellini la procesión del Cristo de El Palmar, de haberla conocido, seguro que le hubiera inspirado una hermosa película. Tal vez sea la más pictórica, la más audiovisual de todas las procesiones a tantas advocaciones de Cristos que tenemos en tierras valencianas. En mi parecer es la que más impresiona, la más original.

Su nombre canónico es Cristo de la Salud. La Albufera de Valencia, sus arrozales, sus aguas estancadas, ha sido siempre fuente de todo tipo de enfermedades, que causaban sus estragos cuando no había mucho remedio medicinal que las contrarrestara.

Por ello, allí se aclamaron siempre al Cristo de la Salud, el Cristo de la Isla de El Palmar, el Cristo de la Albufera por excelencia. La "festa grossa" es el 6 de agosto, pero su jornada más popular, al menos de puertas hacia fuera es el 4 de agosto-este año sábado- en que la venerada imagen es llevada hasta el embarcadero, subida a una albuferenca con el clero y la banda de música, que navega hasta el "lluent", una zona en medio del lago ancha, donde las aguas son un inmenso espejo que reluce con el sol del atardecer de una manera acariciadora.

Decir que la operación de embarque y desembarque de la imagen en la barca es sumamente difícil y peligrosa por lo de guardar el equilibrio para que en ese momento no vuelque ni se hunda la embarcación.

Delante, detrás y a los lados de la barcaza en que viaja el Cristo de la Salud todas las barcas de El Palma, y de los puertos ribereños de La Albufera. Numerosas personas asisten a esta procesión que cierra filas en círculos concéntricos cuando se detiene la barca insignia y el sacerdote recuerda el signo y el símbolo de la Cruz y el Crucificado.

Todos los años viajo en la barca de Vicente Ramírez, el cantante, que la llena de artistas y poetas, y se arrima lo máximo posible en este momento al Cristo de la Salud. Recuerdo hace tiempo, cuando era párroco del lugar Juan Miguel Díaz Rodelas, doctor en Teología y hoy Decano de la Facultad de Teología, una hermosa homilía desde la barca sobre el cuidado y amor que hemos de tener a la Naturaleza, creada por Dios y puesta al servicio del hombre, y, por ende, el especial mimo por La Albufera, criatura también de Dios a nuestro servicio.

Concluida esta paraliturgia, donde los pescadores rezan por su salud y tener la posibilidad de seguir faenando en el lago una año más, el Cristo bendice a los concurrentes y a la propia Albufera y comienza el regreso a tierra.

Para finalizar, castillo de fuegos artificiales, procesión por tierra hasta la iglesia parroquial y canto del Himno al Cristo de la Salud, en la plaza de la iglesia, acto que une a todo el pueblo de una manera emotiva y electrizante en el canto de estrofas como está: "El Palmar quiere cantarte, porque Tú eres su Luz,/ sol de nuestros ojos, salud del corazón, / espejo de nuestro lago/ y barro de nuestra unión".