La reciente sentencia del Tribunal Supremo que avala los honores militares a la que es Patrona de Valencia y su Reino, la Mare de Déu dels Desemparats, aparte los Fundamentos Jurídicos en que se haya sostenido, nos remite a recordar lo que es tradición en el pueblo valenciano, sujeto, propietario y titular de su historia, lo cual es digno también de tener en cuenta en el debate de la cuestión.

Desde 1684, en que el Consell de la Ciutat, por acuerdo de 2 de marzo, ordenó que todos los años, el segundo domingo de mayo, "festechar a la Santisima Verge dels Desamparats fent cascun É una solemne y general", la presencia de tropas militares en la misma nunca ha faltado.

En 1767, con motivo de las fiestas del primer centenario de la traslación de su imagen a su actual Capilla cuentan las crónicas que las tropas cubrían la carrera de la procesión mucho antes de que ésta comenzara y que cerraban el cortejo dos compañías de Granaderos del Regimiento Galicia.

El 24 de enero de 1789, el Consell de la Ciutat -con ocasión de las fiestas jubilares de la proclamación de Carlos IV- solicitó al rey para la imagen de la Virgen de los Desamparados el privilegio que se le rindiera honores militares, al igual que tenía la Virgen del Pilar en Zaragoza. El 23 de mayo de 1808, Vicent Doménech, el Palleter, enardecía a las masas contra las tropas invasora de Napoleón, aireando una estampa de la Virgen de los Desamparados, en la plaçeta de les Panses. Fue el primer grito autóctono de independencia. En torno a la imagen de la Virgen, aclamándose a ella, resistirían y soportarían los valencianos los atropellos del francés.

El 25 de mayo de 1809, el Consell de la Ciutat se manifestaba partidario de que la imagen de la Virgen fuera aclamada "Generala y aun por Generalísima de la Ciudad y Reyno de Valencia a la Virgen de los Desamparados y siempre que salga en procesión que le rindan honores militares y se dispare la artillería del BaluarteÉ", al atribuírsele el milagro de la inesperada retirada del mariscal Suchet en su primer intento de asalto a Valencia. El 11 de marzo de 1810, el General José Caro, Capitán General de Valencia y su Reino, ofició al Arzobispo de Valencia, Joaquín Company, expresando su deseo de que "se nombre Generalísima de nuestro Ejército a Nuestra Señora de los Desamparados, para mostrar de algún modo nuestra gratitud a esta divina Señora, por los grandes y repetidos favores que por su intercesión nos dispensa nuestros Dios y Señor".

El 17 de marzo de 1810, el ayuntamiento hizo bando invitando al pueblo a acudir a la Catedral al acto de imposición de las insignias del Generalato a la imagen y recordando que "se ha hecho más visible la protección de esta celestial Patrona, desde que el Pueblo Valenciano levantó el grito de la libertad, para evitar las cadenas de la esclavitud próximas a agobiar su cuelloÉ A aquella le debemos atribuir la salvación de esta ciudad, quando sorprendida, y sin fortificación ni tropas, la defendió el fiel y leal Pueblo, hasta hacer estrellar en sus muros las huestes del Tirano de la humanidadÉ"

El 19 de marzo de 1810, a las ocho de la mañana, fue llevada la imagen de la Virgen a la Catedral. El arzobispo Company bendijo el fajín de general y el bastón de mando y el Capitán General entregó dichas insignias al prelado, quien se las impuso a la imagen, la que procesionó por la ciudad en medio de honores militares. El 19 de noviembre de 1854, hubo procesión de rogativas con la Virgen por la epidemia de cólera cernida sobe la ciudad.

Cuentan las crónicas que "las bandas militares batieron la Marcha Real, la columna de la Milicia nacional hizo los honores prevenidos por la Ordenanza". La Orden General de Capitanía, de 18 de noviembre, dispuso que "al trasladarse la imagen de Nuestra Señora de los Desamparados desde su iglesia a la Catedral, se le rendirán por las tropas que se encuentren en la plaza los honores correspondientes a la alta dignidad de capitán general de ejército de que se halla revestida, y la artillería de la plaza hará en su obsequio las salvas prevenidas a los tiempos correspondientesÉ El toque de diana por los tambores de la milicia que recorrieron las calles de la capital a las cinco de la mañana despertaron a sus gozosos habitantes".

En 1867, en las fiestas del segundo centenario de la Traslación de la imagen a su actual Capilla, la procesión la abrieron guardias civiles de gala a caballo y la cerraba un batallón del Ejército con su banda y un escuadrón de Lanceros. Una de las jornadas se desarrolló en el Paseo de la Alameda, con una Misa de Campaña a la que asistió toda la guarnición de la ciudad con el Capitán General al frente, que luego desfilarían hasta la plaza de la Constitución, hoy plaza de la Virgen.

El 11 de enero de 1875, Alfonso XII desembarcó en el Puerto de Valencia, procedente del destierro, y visitó la Capilla de la Virgen, dejando a sus pies su bastón de mando real.