Marina Real
La tormenta de ideas no da fruto en la Marina Real
La promesa electoral de Barberá de reactivar la dársena si ganaba Rajoy se vuelve en su contra
h. garcía valencia
Muchas ideas y poca estrategia para la marina real Juan Carlos I. En los últimos cinco años, se han presentado un concurso de ideas y tres planes de usos para este enclave estratégico de la fachada marítima y de momento ninguno ha visto la luz.
El primero incidía en el carácter urbano de la marina proyectando viviendas en los muelles. El segundo lo lanzó, a modo de plante al gobierno socialista, Rita Barberá en la campaña electoral de 2011, cuando anunció que la llegada del PP al Gobierno desbloquearía la cesión de la dársena a la ciudad „cosa que no ha ocurido„, y ponía en acento en el turismo náutico y las empresas tecnológicas. El tercero y último, diseñado por el nuevo equipo directivo del Consorcio Valencia 2007, da relevancia al uso hostelero y hotelero y a las tiendas.
El primer plan de usos del que se habló para la marina real, un ámbito que suma 1.350.000 metros cuadrados (incluyendo el PAI del Grao) formaba parte de un concurso de ideas convocado en 2007 por el Consorcio Valencia y del que resultaron ganadores «ex aequo» el prestigioso arquitecto francés Jean Nouvel y el despacho alemán GMP.
El Consorcio, donde están representadas las tres administraciones (Gobierno, Generalitat y Ayuntamiento de Valencia), se gastó 340.000 euros en el concurso en concepto de premios y menciones de honor a los despachos de arquitectura que partiparon. A esta cantidad cabría sumar el coste de la presentación en la Bienal de Arquitectura de Venecia de 2007 del concurso de ideas para el frente marítimo y la dársena. Sólo el vuelo chárter que fletó el ayuntamiento para la delegación encabezada por Rita Barberá que acudió a la bienal consumió 60.000 euros. Un costoso plan de usos que ahora podría acabar en papel mojado.
El Consorcio proponía en 2007 un proyecto que combinaba lo público y lo privado. El uso residencial en los antiguos muelles de Levante y Poniente, una vez desafectados del uso portuario, era uno de los puntos más rompedores de aquel documento. Tanto que dio pie a continuos rifirrafes entre la alcaldesa y el entonces representante del Gobierno socialista y ministro de Administraciones Públicas, Jordi Sevilla. En base al plan de usos, Nouvel proyectó viviendas para jóvenes en los muelles, donde también planteó reubicar algunas bases de los equipos. Nouvel y GMP proponían un gran jardín en la desembocadura del río. Los alemanes diseñaron como icono un rascacielos de uso residencial y oficinas y en el muelle de Poniente.
El programa de usos inicial preveía una Escuela Municipal de Vela; un parque de excelencia empresarial y nuevas tecnologías: equipamientos culturales que dieran continuidad al complejo futurista de la Ciudad de las Artes, museos;un contenedor cultural para albergar eventos, festivales, «show-rooms» y actividades de apoyo a las industrias creativas; oficinas; tiendas minoristas como polo de atracción turística; un albergue juvenil y hoteles. Uno de ellos, se ubicaba en el contradique de la bocana. David Chipperfield, autor del Veles e Vents hizo un boceto del hotel para el Consorcio.
Un plan electoral
Cuatro años después de aquella primera tormenta de ideas, en plena campaña electoral de las municipales de 2011, la alcaldesa se fue al Veles e Vents, el edificio icono de la Copa del América, para lanzar su plan director para la marina. Lo hizo al margen del Gobierno socialista con el que no había comunicación desde 2010.
Barberá habló entonces de convertir la marina en la puerta de entrada para el turismo de lujo en Valencia. «Queremos que la marina acoja el mayor puerto deportivo de España», apuntó la entonces candidata a la reelección, quien citó el ejemplo de Mónaco. Dado que el turismo «es el único sector que crece» y «el motor económico de la Comunitat» Barberá confió en la marina como motor de empleo de la ciudad.
El plan director de Barberá proponía crear en la marina exterior una zona de servicios náuticos, con tiendas, restaurantes, lavandería, empresas de alquiler de coches, una piscina y un club social para atraer yates y megayates. La alcaldesa también lanzó la idea de construir un gran varadero para megayates. «Tenemos que conquistar a los capitanes de los megayates», explicó entonces Barberá. Ahora, por el bloqueo de la marina, Valencia ha perdido oportunidades como la ubicación de una base permanente de megayates de la familia real catarí.
La alcaldesa también apuntó a la implantación de empresas del sector tecnológico vinculadas a la náutica en la marina sur, una forma de potenciar los grandes eventos náuticos. Barberá planteó e 2011 la necesidad de desmantelar las bases deportivas que afean los tinglados modernistas en cuyo entorno la regidora planteó una zona ajardinada de paseo con un mirador.
Al área comprendida entre el Veles e Vents y el edificio del Reloj, Barberá le asignaba uso terciario comercial, como a los docks, donde en la actualidad funcionan una discoteca y un restaurante.
La promesa electoral de Rita Barberá de reactivar la marina si Rajoy llegaba al Gobierno se ha vuelto en su contra casi un año después de la llegada del PP a la Moncloa. Ni las promesas de la ministra de Fomento, Ana Pastor, ni las presiones en Madrid de la alcaldesa y presidenta del Consorcio Valencia 2007 han logrado la cesión definitiva de los terrenos portuarios a la ciudad. Parece que gobierne quien gobierne en Madrid, la marina, que costó 400 millones de euros, no despega.
La cesión de los terrenos se ha retrasado ya tres veces. Está por ver si se cumple el último plazo que se dado y que es el próximo mes de diciembre.
El único edificio cedido a la ciudad, se cae
Mientras Gobierno, Ayuntamiento de Valencia y la Autoridad Portuaria de Valencia se ponen de acuerdo sobre el control y la propiedad de la dársena interior, un estratégico espacio de la fachada marítima, las infrautilizadas infraestructuas deportivas de la Copa del América languidecen y edificios históricos como el Tinglado 2 empiezan a caerse a trozos porque nadie asume el mantenimiento. Los tinglados 2, 4 y 5 son los únicos edificios que el Puerto de Valencia ha cedido en propiedad a la ciudad. Su lamentable estado de conservación pone en entredicho la capacidad del Ayuntamiento de Valencia para gestionar un ámbito de 1.350.000 metros cuadrados con numerosos edificios que mantener.
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