Una despensa interminable
El local se divide en dos zonas: en una se ofrecen distintos utensilios para la elaboración de platos y en otra los ingredientes necesarios para ellos
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Una despensa interminable
M. B. Blanquer
Con el pretexto de que "así lo hacía mi abuela" o "así lo he inventado yo", gozamos de un amplio repertorio de libros, páginas especializadas y misivas de internautas que ofrecen las recetas rápidas, económicas, exquisitas, cardiosaludables o para perder cinco quilos de peso en una semana. La tentación está servida con tan hermosa presencia que inmediatamente caemos en ella. Manos a la obra.
Entonces empiezan los problemas; un producto que desconocen incluso en los hipermercados, simientes de una planta de de la que no han oído hablar ni los herbolarios, aromatizantes exóticos... No queda aquí la cosa; hay que tener la cazuela, puchero o fuente apropiados para que mantengan o realcen los sabores y el molde idóneo para garantizar la apetitosa presencia. Nos resignamos a que la próxima Navidad se siga celebrando con el cocido de siempre o con el pavo de ahora. Pero no se rindan. Acérquense al número 15 de la calle de Cádiz y verán, sobre una fachada decorada en láminas blancos y negras, el rótulo de Montesa Cuisine, afrancesamiento que mejor expresa el medio y el fin que se persigue, cuyos orígenes y evolución son, como mínimo, interesantes.
En el año 1938 Valencia y sus habitantes eran víctimas de la guerra y del hambre,y pocos los que se atrevian a llevar adelante iniciativas; entre ellos, los hermanos Montesa, familia de ceramistas, que abrieron una tienda cuya licencia municipal se otorgó bajo el epígrafe de "Cacharrería". Eran tiempos de escasez que se prolongarían en la posguerra, cuando el único puchero, cazuela o sartén de las cocinas, se reparaba por el hojalatero que voceaba su oficio por calles y plazas. Solo el mayor de los hermanos continuó el negocio en el barrio de Russafa y pronto son otros barrios, tenderos y hosteleros los que recurren al único que ofrece variedad e innovaciones. Tal es su demanda que los 300 m2 de la tienda resultan insuficientes para almacenar y se instala como mayorista en la zona de Quart de Poblet sin menoscabo de su venta al por menor en que instruiría a su hijo y actual propietario, José Alberto Montesa Tatay, que desde los primeros años de su joven vida fijó su meta en la continuidad del negocio paterno.
José Alberto viste traje gris y camisa azul claro; un guapetón, alto, pelo corto tan liso como revuelto, de aspecto atlético, al que es fácil imaginar con calzón corto y dorsal saltando sobre una cancha deportiva y a fe que, al menos, ha marcado el gol de su victoria en la partida por el desafío de los nuevos tiempos. A él se debe el aspecto de la tienda que en el interior repite, como fondo el blanco y negro delegando el arco iris a sus mercancias; la forma en herradura del local facilita la distribución sobre mesas y estanterías, también en blanco y negro, en una amplia oferta de curiosidades, vajillas, cristalerías, cuberterías, fuentes, soperas, cuanto requiere el servicio de una mesa. Pero lo suyo es la cocina: más de sesenta modelos de sartenes y planchas, algunas eléctricas, de curiosas formas, baterías completas y piezas singulares entre las que destaca la olla de piedra, adaptadoras a la inducción, ecológicas; gran variedad de cuchillos, peladores de frutas, de fresas,moldeadores de kiwi, deshuesadores de aceitunas y cereza y medio para rellenarlos, pinzas para facilitar el manejo de las lechugas, mandolinas para reducir las verduras en juliana, básculas de pié o para colgar y un largo etcétera por ser imposible reproducir sus casi medio millar de variedades. No se preocupe por el aspecto final de sus delicias que allí tiene moldes para que resulten figuras de animales, campos de fútbol y enormes rosas.
Para resolver las recetas imposibles ha reservado la parte izquierda de la tienda en que podemos encontrar toda clase de azúcares de vainilla, fresa, violeta, invertido o glucosa. Las semillas de regaliz y de amapola y wasabi, imprescindible picante de la cocina japonesa, entre otras; la dorada flor de la manzanilla, el jengibre, la menta y la fresa. Los colorantes, líquidos, en pasta o en polvo, fabricados con elementos ecológicos contribuyendo a la vistosidad de los platos.
José Alberto Montesa es un auténtico profesional, amante de su oficio, rector de la única tienda que alcanzado tan alto grado de calidad y especialización no teme a la competencia y, más allá de vender sus productos, quiere demostrar que todos ellos son últiles. Para ello ha reservado un espacio en la parte posterior de la tienda, rectangular, con una gran mesa blanca y sillas alrededor, anaranjadas, en que propicia la enseñanza mediante cursos impartidos por esos profesionales que cantan sus magnifencias. Les da la oportunidad de desmostrarlo y al público de aprenderlo. El éxito ha sido rotundo. Quienes han acudido a ellas saben que es posible la comida rápida, exquisita, cardiosaludable. Lo de cinco quilos en una semana un imposible; pero tómese su tiempo que le garantizarán la forma de de conseguirlo.
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