De Hija de María y socialista a "virreina" musulmana

Paco Cerdà

valencia

Amparo Sánchez ha pasado una semana mediática. Todos se interesan por la primera mujer que accede a la cúpula de la Comisión Islámica de España -en un proceso de renovación profundo que marcará un antes y un después ansiado por gran parte de las entidades islámicas- al convertirse en la vicepresidenta del órgano que representa al millón y medio de musulmanes del país. Muchos conocen la trayectoria pública de Amparo Sánchez desde que en 1996 se convirtió al islam y empezó a luchar por la democratización de las organizaciones musulmanas y la defensa de la mujer desde el Centro Cultural Islámico de Valencia, donde ha ejercido de vocal, secretaria, vicepresidenta y presidenta. En cambio, muy pocos saben la historia personal de Amparo a secas, la mujer que de pequeña era Hija de María y que ha terminado, a los 59 años, por no sentirse a gusto sin su velo en la cabeza.

"El proceso ha sido muy largo", avisa antes de iniciar el relato. "Yo era una católica muy convencida, de las que se lo creían todo: era Hija de María, iba al Cottolengo a dar de comer a los necesitados y mi padre era sacristán de la Basílica de la Virgen", explica. Pero también era una mente inquieta que a los 13 años igual leía la Biblia que las novelas de Tolstoi, Blasco Ibáñez o Dostoyevsky. Y así comenzó a hacerse preguntas -y a hacérselas a los demás- sobre el papel de la Iglesia en la Inquisición o sobre pasajes bíblicos que no le convencían. En la basílica, a su padre le empezaron a decir que le había salido "una hija roja". "Yo no tenía ni idea de qué quería decir eso", recuerda.

Pero sí que sabía que la estaban rechazando. Y se desengañó del catolicismo antes de los 17 años. "Como había nacido en un contexto religioso muy concreto, no se me ocurrió pensar en otras religiones y concluí que la religión era una tomadura de pelo", explica. Entonces emergió la Amparo activista: "Era una persona atea, de izquierdas, antifranquista", afirma. Se hizo militante del PSOE tras haber pasado por posturas "más izquierdosas", para las que repartió pasquines cuando los últimos fusilamientos del franquismo. "Pero la lucha en el ámbito social se me quedaba coja. Yo notaba un vacío espiritual", matiza. Del PSOE, por cierto, se dio de baja tras el apoyo de Felipe González a la entrada de España en la OTAN. "Yo era muy pacifista y ese apoyo a la OTAN iba en contra de mi conciencia", sostiene Amparo.

El contexto cambió y ella se adentró en nuevas opciones espirituales. "Yo he llegado a estudiar hasta la Cábala, pasando por el budismo o el hinduismo, hasta que después empecé a leer algo de sufismo tras ver que las novelas de Blasco Ibáñez o Antonio Gala daban una visión de al-Ándalus muy distinta a la que enseñaban en el colegio", cuenta. Las ideas preconcebidas sobre el islam se le fueron rompiendo a medida que conocía a "musulmanes rectos". Y uno de aquellos musulmanes rectos, Rachid Ben-Hamza, la enamoró.

Un casamiento clave

En 1992 se casó con este hombre de origen marroquí que profesaba el islam. Cuatro años después, Amparo se convirtió al islam, en cuyos textos sagrados encontró "una respuesta lógica y coherente", afirma. ¿Y no ve contradicciones en su nueva religión? "Por supuesto que hay musulmanes que hacen barbaridades que todos condenamos -replica-, pero eso no quiere decir, aunque ellos lo justifiquen con el islam, que eso sea la religión islámica. El islam se ha desvirtuado un poco, o un mucho, en según qué zonas", alega.

Presidenta de la Plataforma Ciudadana contra la Islamofobia, Amparo Sánchez regenta con su marido el restaurante Balansiya, fundado en 2004 en Valencia para recuperar las raíces gastronómicas de la Valencia andalusí. Ya había dicho que se marchaba del activismo institucional. Ahora -a su pesar, pues de entrada no quería- ha sido elegida vicepresidenta de la Comisión Islámica de España. Espera que ésta sea su última batalla. En juego está, subraya, "finalizar el proceso de democratización y apertura de la comisión islámica, algo que no es fácil porque no todos quieren". Pero Amparo quiere ser rebelde en su entorno una vez más.

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