La Asociación Cultural Fallera Na Jordana inicia hoy la plantà de su proyecto Odissea. Desde las 8 de la mañana, en el puente de las Artes, el equipo del artista Manolo García arranca el montaje del cuerpo central, constituido por un gran caballo de madera de 14 metros de altura por 11 de longitud. A partir de las 19,30 horas de la tarde, y acompañado de una performance con percusión en directo, antorchas, caballos e indumentaria griega, el caballo será trasladado a su ubicación definitiva en la Plaza del Portal Nuevo.

Mucho más allá del acto de hoy, lo que Na Jordana demostrará es su capacidad para reinventar su propio presente. La llegada de la figura principal, el Caballo de Troya, que remata la falla de este año, se ha revestido de un ceremonial que atraerá a numerosas personas y que le permitirá tener nuevamente un impacto a la altura de su historia.

En los últimos años, Na Jordana se ha visto apartada de su espacio natural: la lucha por el primer premio de la Sección Especial. Ha corrido un camino paralelo, en ese sentido, a su tradicional antagonista, la Plaza del Pilar —comisión esta, sin embargo, que este año sí que quiere verse nuevamente en las quinielas—. Na Jordana no vence desde el año 2003, con la «Natura Mare» que plantaron Latorre y Sanz. La nueva economía y la posterior crisis de la misma generó un cambio en el mapa de comisiones que peleaban por los puestos de honor. Por ello, desde entonces, sus premios de falla pueden parecer impropios de su historial: sexto, noveno, séptimo, sexto, séptimo... ni un sólo podio desde entonces.

Pero la comisión del Carmen no se rinde y ha virado sus ambiciones hacia otros menesteres. En la actividad fallera han aparecido nuevas especialidades. Desde la lectura continuada del «Tirant», ya convertida en un semi clásico a algo tan, a priori, impensable como especializarse en la realización de belenes, aparte de su sempiterna competitividad en el concurso de presentaciones.

Pero si lo importante es el monumento, que lo es, han sabido muy hábilmente encontrar los nichos de protagonismo. Se explica así que hayan ganado el primer premio de ingenio y gracia cuatro de los últimos cinco años. Para ello, sus fallas han derivado no ya en su habitual esmero por el hilo argumental y su desarrollo, sino en que la falla sea un espectáculo en sí misma.

Y ahora, nuevos espectáculos

Ahora, por si faltara poco, han sabido convertir también en espectáculo la llegada de los elementos principales del monumento. Ya lo hicieron el año pasado con el encaje de la figura de Leonardo en su base. Lo que antes era un acontecimiento que simplemente, corría de boca en boca (como cuando, por ejemplo, la gran seta atómica de la falla de Manolo Martín y Ortifus en 2000 se encajó de una sola vez), ahora se anuncia previamente, tiene un horario muy determinado, lleva un patrocinio y, en definitiva, se convierte en un fenómeno social.

Por si fuera poco, los recursos económicos también se han centrado en una especialidad que llevaban olvidada años atrás: los Ninots de la Exposición. El año pasado lograron el infantil y en la presente edición optan seriamente a hacer un inusitado doblete. Vale, si se quiere, con estilos o temáticas no precisamente «progresistas» (es de las pocas comisiones veneradas por la progresía), pero hechas por y para la ocasión. A la carta.

La llegada de Manolo García como autor ha permitido introducir de lleno en la estética fallera la «vareta», una técnica que el propio Manolo García ya había explotado en Alicante pero que en Valencia se había puesto en práctica en contadas ocasiones en fallas menores, salvo alguna excepción, como la plantada en la Merced. ¿Permitirá esta técnica hacerles recuperar puestos en el escalafón? Todo puede pasar teniendo en cuenta el desfondamiento que van acusando otras participantes. Para acabar de inventar cosas, la falla infantil, original de Joan S. Blanch, irá integrada dentro de la falla grande.