Los miembros de la comisión Ceramista Ros- José María Mortes Lerma se tuvieron que emplear a fondo para secularizar una falla que se había convertido en un símbolo para el hinduismo y que no podían quemar sin crear una "crisis internacional", pues hubiera sido "una ofensa para 800 millones de personas" que profesan esta religión. La solución al problema fue completamente terrenal y con una buena dosis de imaginación contentó al representante de la comunidad de la India en Valencia, quien había amenazado con distribuir las imágenes de sus dioses ardiendo.

El artista fallero, el burrianense Sergi Fandós, utilizó una grúa de unos 15 metros de altura para cortar dos de los cuatro brazos del elefante que representaba al dios Ganesha. En una de las extremidades portaba un hacha con la que se rompen las ataduras de los devotos y en otra una maza de oro, que representa el autocontrol. Los símbolos pintados en la frente fueron disimulados con pintura, mientras el turbante que portaba la figura en la cabeza fue tapado con un toldo.

El otro "ninot" que sufrió grandes modificaciones fue la diosa Sarasvati, deidad del conocimiento. Su corona también fue disimulada con un toldo y se le retiró el instrumento, que representa la perfección en las artes. Sin estos complementos la figura pasa a ser una simple mortal y su quema no ofende a los hindúes.

Los elementos retirados fueron incorporados al fuego, aunque ya desprotegidos de su divinidad.

Shiva Nataraja era el dios representado más difícil de secularizar, motivo por el cual los falleros decidieron donarlo al Templo Hindú de Valencia como gesto de buena voluntad. Esta figura representa al señor de la danza y es el símbolo más elegante y conocido del hinduismo.

La mitad de los carteles de la falla desaparecieron, aunque los falleros aclararon que fue por las fuertes rachas de viento. El "ninot" que sí que aguantó y acabó pasto de las llamas fue el que representaba a la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá.