Parecían un grupo de cruceristas más. Especialmente jóvenes, eso sí. Llevaban guía, paseaban por las calles del centro histórico atendiendo sus explicaciones y hacían fotos a los monumentos. Pero no eran unos turistas al uso. Un grupo de jóvenes acudió a una «ruta republicana» en la que se explicó el importante papel que desempeñó la ciudad de Valencia como capital de la II República durante la Guerra Civil, deteniéndose en diferentes puntos que durante aquellos días albergaron la historia viva de la ciudad.

El 7 noviembre de 1936 el Gobierno de la República se traslada de Madrid a Valencia «para organizar desde aquí la victoria definitiva», señala el titular de El Mercantil Valenciano del día siguiente. Hasta octubre del 37, el cap i casal fue epicentro no sólo de la vida política, sino también cultural. Ejemplo de ello son las torres de Serranos, que gracias a la idea del artista Renau y a Timoteo Pérez Rubio albergaron las obras de arte evacuadas del museo de El Prado de Madrid durante el conflicto. O el edificio de la avenida Maria Cristina (durante la república llamada «Pablo Iglesias»), que sirvió de sede de la revista «Hora de España», editada por Antonio Machado.

Estas y otras historias permanecen silenciosas o silenciadas en muchos edificios de la ciudad, que aparecen simplemente como «viejos», despojados de cualquier placa o inscripción que les recuerden que algún día fueron algo más que una cafetería. La iniciativa, organizada por Joves Socialistes, pretende sufragar «la falta de información y promoción» de esta parte del relato de la ciudad, explican desde el colectivo.

Para la veintena de jóvenes que acudieron a esta ruta, guiada por la escritora e investigadora Cristina Escrivà Moscardó, lo más chocante es que no haya absolutamente nada que indique a valencianos o turistas que todo aquello ocurrió por las calles que transitan. «Estamos aprendiendo mucho, es una pena que no se conozca más detalles y se divulgue mejor», indicaba uno de ellos.

La Basílica, sede multiusos

Entre algunas de las curiosidades que se derivan de la situación de excepción que significaron aquellos años destaca la «sala multiusos» en la que se convirtió la Basílica de la Mare de Déu, en la plaza de la Virgen, destinada a congresos y otros actos. El salón columnario de la Lonja pasó a ser sede de las Corts y en su torre había un repetidor de la alarma que anunciaba los bombardeos; lo que hoy se conoce como el teatro Talía, en la calle Cavallers, fue el poderoso sindicato del Metal, rodeado de muchos de los ministerios republicanos; el palacio de Benicarló, las Corts actuales, era la sede del gobierno central, de hecho se conservan instantáneas de Negrín asomado a uno de sus ventanales; la iglesia de San Nicolás sirvió de refugio; el ayuntamiento (aún sin balcón) acogió diversos congresos, entre ellos el de Escritores por la defensa de la cultura. Por su parte, los sótanos del consistorio y del Ateneo se convirtieron en refugios también, llegando a cobijar durante los bombardeos a más de 2.000 personas.

Lugares emblemáticos de la Valencia capital de la república