El que fue catedrático valenciano de Literatura Española en la Universidad de California, Hermenegildo Corbató, investigó y publicó hace un siglo un interesante estudio sobre los "Misteris del Corpus" de Valencia, a raíz de hallar en archivos y bibliotecas de Estados Unidos y México obrillas de teatro religioso muy similares en el fondo y en la forma a los "misteris" valencianos. Su trabajo lo plasmó en el libro titulado Los misterios del Corpus de Valencia, que editó en español e inglés el año 1932 la Universidad de California.

Una de las pistas que condujo a Hermenegildo Corbató en el camino de estas piecellilas teatrales fue la lectura de la Séptima Relación Histórica, de Chamalpain, datada en 1533, donde se da cuenta de la representación en Santiago de Tlatelolco de una obrita de teatro religioso llamada Fin del Mundo, que no era otra cosa que una adaptación a la lengua y cultura de los nativos del lugar del "Misteri Lo Jui Final" valenciano, fechada a los cinco años de llegar allí los misioneros franciscanos valencianos que fueron encargados de evangelizar aquel territorio, utilizando este tipo de teatro religioso como catequesis.

Corbató siguió hurgando en archivos y bibliotecas, públicas y conventuales y encontró más textos teatrales que le recordaban mucho los "Misteris" de Corpus que él había conocido directa o indirectamente, como "La Anunciación de la Natividad de San Juan Bautista", "La Anunciación de Nuestra Señora" y "La Visitación de la Santísima Virgen a Santa Isabel".

Descubrió posteriormente, siguiendo el hilo de la investigación, que las fiestas de Corpus en México seguían el patrón de las fiestas del Corpus de Valencia. Uno de los libros que manejó fue el de fray Toribio de Motolinia, Historia de los Indios de Nueva España, donde describe con minuciosas la fiesta de Corpus en Tlaxcala el año 1538. El relato que resultaba ser un fiel reflejo de cómo se celebraba en Valencia y sus pueblos la fiesta de Corpus.

Leamos: "Iba en procesión el Santísimo Sacramento y muchas cruces y andas con sus santosÉ había muchas banderas de santos. Había doce apóstoles vestidos con sus insignias. Todo el camino estaba cubierto de juncia, y de espadañas y flores, y de nuevo había quien siempre iba echando rosas y clavellinas, y hubo muchas maneras de danzas que regocijaban la procesión. Había en el camino capillas con sus altares y retablos bien aderezados para descansar, a donde salían cantando y bailando de nuevo muchos cantores delante del Santísimo SacramentoÉ Iba en la procesión capilla de canto de órgano de muchos cantores, trompetas y atabales, campanas chicas y grandesÉ".

Corbató insiste en que "al leer y cotejar estos textos mexicanos con el texto valenciano se ve que hay una gran semejanza entre ellosÉ el plan del auto valenciano y el de los mexicanos es, en general, idénticoÉ el autor o autores que cooperaron en la redacción de los autos mexicanos conocieron, sino es que tuvieron a la vista, el Misterio (de los Reyes Magos) de ValenciaÉ Por las semejanzas de estos textos columbramos que hubo influencia, si no de texto, al menos de recuerdos y de tradición del misterio valenciano sobre los mexicanos".

Para Corbató, estos hechos dan cuenta de que el "esplendor, desarrollo y persistencia de las representaciones sagradas en la Nueva España deben no poco a la influencia de los misterios representados en monasterios, catedrales y procesiones del Corpus especialmente en Valencia, donde duraron más tiempo que en ninguna otra parte".