La procesión general del Corpus Christi que se celebró ayer por Ciutat Vella tuvo una peculiaridad importante. Tras los avatares del año pasado, en que desaparecieron personajes por problemas con el vestuario, la de ayer fue una nueva "primera" procesión, después de más de seis siglos, porque los trajes, tras las negociaciones fallidas entre Casa Insa y el Ayuntamiento de Valencia en 2012, ya son propiedad del consistorio. Las vestimentas, por tanto, son del Corpus y ayer, casi como si lo supieran, lucieron con especial brillo por las calles de la ciudad.

El aura casi mágica que rodea la procesión general la dan las calles cerradas, el olor a incienso y los pétalos en el suelo que caen al paso de la Custodia. El recorrido solemne viene precedido por las diez Rocas, que transitan por las calles de Valencia dejando como banda sonora el traqueteo de la madera de seis siglos que las forman. Después de los carros triunfales vienen distintas danzas, así como los "gegants" y "nanos".

Comienza el recorrido

Pero lo más esperado es la procesión, que recorre calles como Caballeros, Bolsería, María Cristina, San Vicente Mártir o Avellanas. Al paso de la marcha aguardan silenciosos el Mercado Central y la Lonja, que llevan siglos como convidados de piedra a la procesión. Abrió la marcha ayer la Senyera, sin su habitual compañía de heraldos debido a un nuevo problema con el vestuario: al ser único en la ciudad, se ha quedado como una de las cuentas pendientes. Después vienen los personajes del Antiguo Testamento, encabezados por el arcángel San Miguel y con algunos tan conocidos como Noé -conocido popularmente como "el agüelo Colomet"-, Jacob y las doce tribus de Israel -a los que se conocen por el nombre de "els Blanchs"- y Moisés y Aaron con las tablas de la ley y el Arca de la Alianza.

Después fue el turno de los personajes del Nuevo Testamento y de algunos de los elementos más esperados: la barca de San Nicolás, de 3,5 metros de alto, la "Cuca Fera", que representa al demonio dominado por Santa Margalida, la "Tarasca", que aparece casi al final y que es un dragón con cara de serpiente, las tres águilas y "el Drac", que no es otro que el de Sant Jordi.

El elemento más esperado es, en cualquier caso, la Custodia. Se trata de un pieza barroca de 4 metros de altura, 600 kilos de plata y 5 de oro, perlas y piedras preciosas que avanza flaqueada por jóvenes con vestiduras del siglo XVI. A su paso, el cielo se llena de los colores de los pétalos que caen de los balcones, lo que pone prácticamente el punto final a la procesión.

Al acto, que estuvo presidido por el arzobispo de Valencia, Carlos Osoro, asistieron el presidente de la Generalitat, Alberto Fabra; la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá; el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo; o la delegada del Gobierno en la C. Valenciana, Paula Sánchez de León, entre otras autoridades.