Volver a la agricultura no significa volver obligatoriamente a la tradición. Aunque se está recuperando el cultivo del arroz o los cultivos tradicionales de las pedanías, emergen o se consolidan también productos nuevos como las verduras chinas, que han encontrado su espacio natural en el Perellonet, alternándose las temporadas con su famoso tomate.

Junto a la rotonda de entrada a esta población, a apenas veinte metros, hay una de estas plantaciones, en este caso propiedad de un ciudadano chino y cultivada también por chinos. Al parecer, era un antiguo trabajador de la cooperativa del Perelló que «se ha independizado» y explota distintas parcelas por la zona, algunas arrendadas, otras compradas y en muchos casos rescatadas del abandono. Uno de sus trabajadores —con él no fue posible hablar— explicó que todo lo que se cultiva se vende a restaurantes chinos de Valencia.

Este caso no es, sin embargo, el patrón que siguen la práctica totalidad de los agricultores dedicados a las verduras chinas, que son españoles y tienen su referente precisamente en la cooperativa antes citada.

En la terraza de su cafetería Levante-EMV pudo hablar con algunos de ellos, novatos y veteranos, porque este tipo de cultivos llegó a la zona hace ya veinte años dicen. «Antes aprovechábamos el invierno para poner tomate de invierno, sandía y cosas así, que no daban mucho rendimiento, así que cuando hemos visto que las verduras chinas salen mejor, nos estamos dedicando a esto», aseguran con absoluta claridad.

Cultivo a demanda

Y es que el sistema está perfectamente organizado. En su caso, todo el producto se vende a paises europeos como Alemania, Holanda e Inglaterra y se siembra a demanda. En el mes de agosto —explican— se desplaza un técnico de la cooperativa a estos paises y contacta con los compradores para conocer cuales son sus previsiones de demanda, en cantidad y en tipo de verdura.

Luego, los agricultores ofrecen sus terrenos y los técnicos van asignando a cada uno de ellos una cantidad de cultivo y las especies concretas en cada momento del año. De esta forma «se vende siempre lo que se produce y además es siempre producto de temporada, lo que lo hace más rentable económicamente».

Por lo general, estos agricultores dedican todo el invierno a las verduras chinas y cuando llega el verano se centran en el producto estrella de la tierra, que es el tomate. También otros cultivos tradicionales como el pimiento, calabacín, cebollino etc. En realidad, el programa de la cooperativa abarca los doce meses del año.

Su gerente, José Luis Beltrán, es reacio, de todas formas, a hablar mucho de estos cultivos importados, pues su objetivo es seguir protegiendo el producto autóctono y seguir implicando a los agricultores en esa conservación casi patrimonial.

Hasta 18 especies diferentes

Volver a la agricultura no significa volver obligatoriamente a la tradición. Aunque se está recuperando el cultivo del arroz o los cultivos tradicionales de las pedanías, emergen o se consolidan también productos nuevos como las verduras chinas, que han encontrado su espacio natural en el Perellonet, alternándose las temporadas con su famoso tomate.

Junto a la rotonda de entrada a esta población, a apenas veinte metros, hay una de estas plantaciones, en este caso propiedad de un ciudadano chino y cultivada también por chinos. Al parecer, era un antiguo trabajador de la cooperativa del Perelló que «se ha independizado» y explota distintas parcelas por la zona, algunas arrendadas, otras compradas y en muchos casos rescatadas del abandono. Uno de sus trabajadores —con él no fue posible hablar— explicó que todo lo que se cultiva se vende a restaurantes chinos de Valencia.

Este caso no es, sin embargo, el patrón que siguen la práctica totalidad de los agricultores dedicados a las verduras chinas, que son españoles y tienen su referente precisamente en la cooperativa antes citada.

En la terraza de su cafetería Levante-EMV pudo hablar con algunos de ellos, novatos y veteranos, porque este tipo de cultivos llegó a la zona hace ya veinte años dicen. «Antes aprovechábamos el invierno para poner tomate de invierno, sandía y cosas así, que no daban mucho rendimiento, así que cuando hemos visto que las verduras chinas salen mejor, nos estamos dedicando a esto», aseguran con absoluta claridad.

Cultivo a demanda

Y es que el sistema está perfectamente organizado. En su caso, todo el producto se vende a paises europeos como Alemania, Holanda e Inglaterra y se siembra a demanda. En el mes de agosto —explican— se desplaza un técnico de la cooperativa a estos paises y contacta con los compradores para conocer cuales son sus previsiones de demanda, en cantidad y en tipo de verdura.

Luego, los agricultores ofrecen sus terrenos y los técnicos van asignando a cada uno de ellos una cantidad de cultivo y las especies concretas en cada momento del año. De esta forma «se vende siempre lo que se produce y además es siempre producto de temporada, lo que lo hace más rentable económicamente».

Por lo general, estos agricultores dedican todo el invierno a las verduras chinas y cuando llega el verano se centran en el producto estrella de la tierra, que es el tomate. También otros cultivos tradicionales como el pimiento, calabacín, cebollino etc. En realidad, el programa de la cooperativa abarca los doce meses del año.

Su gerente, José Luis Beltrán, es reacio, de todas formas, a hablar mucho de estos cultivos importados, pues su objetivo es seguir protegiendo el producto autóctono y seguir implicando a los agricultores en esa conservación casi patrimonial.