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Cada uno cultiva su parcela. Unos, de forma profesional porque ese es el sustento con el que su familia se gana la vida desde hace generaciones. Otros mantienen un campito ahora que están jubilados y otros más jóvenes arrendan pequeñas parcelas para cultivar sus productos y airearse de la ciudad. La mayoría son «nativos cien por cien», es decir, nacieron en las propias casas donde ahora viven. Ahora bien, también hay extranjeros que se buscan la vida y agricultores de siempre que han decidido probar suerte en esta zona. A todos, sin embargo, les preocupaba el riego y el suministro de agua, y ahora tienen la vista fija en la limpieza de las acequias, en mantener el valor paisajístico de la zona y en que el ayuntamiento asuma las competencias agrarias y se haga cargo de la zona, como propietario que es del sistema de riego de la misma.

La tierra la trabaja un centenar de agricultores, pero dos de ellos están decididos a que el ayuntamiento se haga cargo de esta zona de cultivo ya que se han sentido abandonados, y ahora que las relaciones se han retomado, hay muchas más cosas que hacer. Se trata de Enric Navarro y Carles Porcel. El primero, agricultor de profesión, se instaló hace unos años en esta zona de huerta. El segundo, sin embargo, lleva ahí toda la vida. «Nos parece increíble que Valencia, un municipio con 3.663 hectáreas de superficie cultivable, no cuente con una Concejalía de Agricultura pero, ahora que sabemos que nuestra zona es competencia del Ciclo Integral del Agua queremos que se encargue de las gestiones propias de la comunidad de regantes. Necesitamos modificar una normativa que data de 1931 y organizarnos. En esta zona no existen guardas ni nadie que aplique las ordenanzas. Organizamos el riego con la pizarra de toda la vida», explican los agricultores de la zona.