Feria de Julio

Las flores vencen al poniente

El tradicional desfile refleja un descenso de asistentes - Una carroza alejada de lo tradicional obtiene el premio especial del jurado

m. bonillo | valencia

Ni la crisis ni las vacaciones. El calor fue el factor clave en la 122ª Batalla de Flors, que se celebró ayer en el paseo de la Alameda de Valencia bajo un bochorno que no impidió, eso sí, que los asistentes „bastantes menos que en ediciones anteriores„ arrojaran con fuerza los clavelones cuando se inició la particular contienda.

Lo que no flaqueó fue el ingenio de algunas carrozas, las cuales recibieron el aplauso del público cuando a partir de las 20 horas de la tarde comenzaron a desfilar delante del palco de las autoridades y de los jueces. Éstos últimos decidieron dar el premio Barón de Cortes (mención de honor) a la construcción realizada por Carrozas Sánchez, que llevaba por lema «Helados». Esta carroza iba tripulada por la fallera mayor infantil de este año y su corte. El primer premio de la sección Especial A recayó en «Mundo Fantasía», de Enrique Burriel, que transportaba a la Bellea del Foc 2013 y sus acompañantes. Por su parte, el primer puesto de la sección Especial B fue a parar a «La ratita presumida», de nuevo de Carrozas Sánchez, y desde la cual la fallera mayor infantil de 2012 y su corte saludaban a los asistentes (mayoritariamente público fallero, hecho que viene siendo así desde que el mundo josefino se apoderó de este acto centenario de la Feria de Julio). En la sección Ordinaria A fue «Realeza», de carrozas Cortes, la que se llevó el primer premio, mientras que en la Ordinaria B fue «Juguetes», de carrozas Sánchez, la máxima galardonada y sobre la cual iban preseleccionadas para la corte de honor de 2014.

El desfile previo a la guerra sirvió para que muchas de las jovencitas (en su mayoría eran mujeres y niñas „parece que los hombres todavía están lejos de este tipo de exhibiciones„) que montaban las carrozas fueran fijando con la mirada sus posteriores objetivos. Algunas de ellas incluso protegían sus trajes de seda con plásticos.

Un cuarto de hora y 182.674 euros después (20.000 más que el año pasado por la subida del IVA), el paseo de la Alameda aparecía anaranjado y repleto de sonrisas extasiadas. Entre ellas las de los propios miembros de la tribuna y de los palcos desde donde acribillan a los tripulantes. Menos sonreían los viandantes, que, como viene siendo habitual, no podían acceder al recinto al tratarse este de un festejo reservado para aquellos que compran las entradas.

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