Pitas, turutas, reales, boniatos, pumas, ecos, soles o zoquitos. Son algunos de los curiosos nombres de las monedas solidarias que se han puesto en circulación, espoleadas por la crisis económica, en muchas poblaciones españolas y a las que ahora se suma Valencia. Lo hará con el orué (euro, escrito al revés), una nueva moneda que el populoso y multiétnico barrio de Russafa pondrán en circulación el próximo mes de septiembre. El orué, cuyo imagen es obra de dos diseñadores de Russafa, Agustín García y Arístides Rosell, empezará a circular con 300 establecimientos e instituciones acogidos y 2.000 usuarios.

Esta nueva moneda, cuyo uso puede generalizarse a toda la ciudad, funciona a través de unas tarjetas personales asociadas a una cuenta en un banco on-line en la que se acumulan orués que después pueden canjearse por servicios y productos en restaurantes, peluquerías, hoteles, panaderías, quioscos o galerías de arte.

El orué no sustituye al euro ya que no puede pagarse integramente un servicio con esta moneda. Sólo puede utilizarse como descuento en la compra, es decir, una parte se paga en euros y otra en orués. Se trata de una especie de cartilla de cupones de nueva generación donde el pago se realiza a través de los teléfonos móviles. Se parece mucho a los proyectos de fidelización pero va un paso más allá al vincularlo a actividades sociales y culturales que, además, contribuyen a dinamizar la actividad económica del barrio y ayudan a las familias con dificultades económicas.

Así un estudiante de la Escuela de Artes y Oficios, una de las instituciones que se ha sumado a la iniciativa, que imparta un curso sobre nuevas tecnologías a vecinos del barrio podrá acumular cien orués en su cartilla que podrá utilizar para comer en uno de los bares del barrio. Con el sistema normal el almuerzo le saldría por siete euros y así le costará cinco euros más dos orués.

Este peculiar sistema monetario cuenta con un portal de comercio on-line donde se muestran las ofertas y demandas.

El colectivo Russafa Innova, que aglutina a hosteleros, comerciantes, vecinos, estudiantes, entidades culturales y artistas, es el promotor de esta iniativa que lleva meses gestándose y cuyo cerebro es el economista valenciano Enric Montesa, que también ha puesto en marcha la moneda social de Vila-real.

La moneda social «complementa a la oficial pero no puede llegar a sustituirla por completo», apunta Enric Montesa, que lleva tres años trabajando en este tipo de proyectos y que está ultimando iniciativas similares a la de Russafa en Euskadi, Murcia, Andalucía e incluso en EE UU.

Los reparos del fisco

La idea de crear una nueva moneda sustitutiva del euro tentó a los promotores pero los responsables de la Agencia Tributaria lo desaconsejaron porque se corre el riesgo de los pagos «en negro» —sin tiques ni facturas— lo que escaparía al control del fisco. Además, al crear una nueva moneda «nos meteríamos en el huerto del Banco de España». «Obligaría a crear un sistema de emisión de dineros, entidades de crédito y someterse a auditorías periódicas e inspecciones». Un berengenal en el que los promotores del orué no han querido entrar, explica Montesa

En todo el mundo hay unas 5.000 monedas sociales en circulación. Es un paso más en los denominados bancos del tiempo, que en Valencia se han puesto en marcha a través del ayuntamiento. Los bancos del tiempo nacieron para potenciar las transacciones no comerciales y los intercambios de servicio se miden en horas (cuidando ancianos o niños, dando clases de inglés, haciendo reparaciones domésticas...). Las monedas sociales han permitido ampliar esta experiencia a la compraventa de productos.

Malaga, Sevilla, Vilanova i la Geltru y Almería y Madrid son algunas de las ciudades en las que se han puesto en marcha.