Valencia presume de que el 60% de turistas que han visitado la ciudad este verano ya son extranjeros (hace diez años sólo eran el 32% de los visitantes). ¿Está la ciudad preparada para esta «avalancha» de foráneos? ¿Sabemos recibir a los turistas en su idioma o en la lengua multiusos que es el inglés? «Fifty, fifty» (mitad y mitad), que dirían quienes hablan la lengua de Shakespeare... Para testar cómo recibe Valencia a los turistas, Levante-EMV pidió a Lola Benedicto, una valenciana que ha vivido 25 años en Londres, que simulara ser una «guiri» que sólo hablaba inglés. En la tarea le ayudó su polifacética experiencia vital ya que en Londres trabajó como actriz y asistente de edicion y construccion de escenarios en el Picadilly Theatre, Duke of York Theatre o el Regent´s Park Open Air Theatre, entre muchos otros. Un trabajo que desearía continuar en Valencia, ya que Lola está, como se dice ahora, en «búsqueda activa de empleo».

Así que vestidas con ropa cómoda, cámara al cuello y mapa de Valencia en mano comenzamos a testear qué tal «speaks English Valencia». Mientras preparamos la estrategia del reportaje, preguntamos (en castellano) a una camarera de un bar de la Estación del Norte si habla inglés. La joven contesta con un perfecto acento y reconoce, tímida, que «pasé un año en Finlandia». De camino a la Plaza de la Reina, decidimos preguntar por la ubicación del Mercado Central. Lola, en un perfecto inglés, pregunta a una quiosquera. «Sorry, where is the Central Market?». La mujer respira hondo y contesta... En castellano. Primero da una indicación que nos conduce a la calle Colón pero después rectifica y nos dirige con gestos hacia el Mercado Central. No insistimos, ni fingimos no entender. No se trata de hacer sangre y, de hecho, en este reportaje no se identifican las tiendas o restaurantes visitados.

En la Plaza del Ayuntamiento paramos a un Polícia Local. «Please, can you tell me where is the Central Market?» («por favor, ¿puede decirme dónde está el Mercado Central?). El policía pone voluntad, pero no pilla ni una a la primera. «No conozco esa calle... ¿Sancho Márquez, dice?». Lola se ve obligada a repetir su pregunta. Y el policía cae en la cuenta. «Ahhhhh, ¡el Mercado Central! Todo recto y a la izquierda», asegura gesticulando ostentosamente y elevando el tono de voz.

La siguiente parada es una farmacia donde optamos por preguntar por un cajero automático. «Sorry, do you know where there is a cashpoint?», pregunta Lola. Y la farmacéutica le responde en un correcto inglés, acompañado de un ligero gesto con la mano: «Yes, out side to the left» (sí, al salir fuera, a la izquierda). Será la primera respuesta en perfecto inglés, aunque no la última, lo que demuestra que Valencia se ha puesto, algo, las pilas y chapurrea algún idioma. Lola intenta comprar en otro kiosco un periódico inglés. «Have you got The Independent newspaper?», pregunta. «I don´t speak English», responden los quiosqueros.

El trato «delicatessen» lo recibiremos en una cafetería de la Plaza de la Reina, donde solicitamos un «English breakfast» y nos atiende una camarera con un acento perfecto («yo diría que es nativa», asegura Lola). La anécdota de la mañana la protagonizará un conocido de ambas que, al vernos, se acerca para saludarnos. Tras unos segundos de pánico, conseguimos explicarle con disimulo nuestra misión y que haga mutis por el foro. Y disfrutamos de un excelente «breakfast with tea, orange juice, bacon, eggs and toast with butter and jam»... Los camareros miman a sus clientas y uno de ellos se ofrece a inmortalizar el desayuno, sin pedírselo, con una de nuestras cámaras.

Sin miedo a hablar... En castellano

La siguiente parada es la recién rehabilitada Plaza Redonda, el zoco comercial que es un contínuo ir y venir de turistas. «How much is it? (¿cuanto cuesta?)», pregunta Lola a una dependienta señalando un calcetín artesanal... La mujer no responde, pero coge presta una calculadora, marca el precio y enseña la cantidad. «Es seda natural», asegura a la «turista inglesa», a la que traiciona el subconsciente y responde «yes, silk». Repetimos el intento en otra parada. Y Lola pregunta por el coste de un pequeño palmito artesanal. «How much would two of them be?» (¿Cuánto costaría si me llevara dos?) La respuesta de la dependienta será en inglés, «aunque unos ingleses no la entenderían», me explica Lola. Los dibujos de una tienda de tatuajes llaman nuestra atención (Lola también es tatuadora) y un cocinero en plena tarea de reciclaje de cartones nos interpela en castellano. «We speak English», le decimos. Pero el hombre no se desanima y sigue recomendándonos la tienda en un perfecto castellano. «How much is this?», le pregunta Lola por un toro que lleva tatuado en el brazo. «¡Barato!», responde. «Si queréis haceros uno le decís a la chica de la tienda que me conocéis y, así, con enchufe (aconseja gesticulando como si metiera los dedos en los agujeros), tenéis un buen precio». Pese a no hablar inglés, no se arredra en ningún momento.

De camino al Mercat Central, una «conseguidora» de clientes para un restaurante nos pregunta en castellano si buscamos sitio para comer. «We speak English», le respondemos. Y nos canta de carrerilla todo la oferta de «starters y main course» (entrantes y plato principal) por 10,99 euros. Dos vendedores ambulantes nos escuchan hablar en inglés. Y nos lanzan un reto: «If you give me a kiss, I will give you free this» (si me dais un beso, os regalo esto) asegura, seductor, señalando un pantalón.

Entre risas nos dirigimos al Mercat Central, la última parada del tour. Los vendedores se han preparado con carteles en inglés para atraer la atención de los turistas. «Ask here for your freshly squeezed orange juice» (Pida aquí su jugo de naranja recién exprimido). Pero la transacción se realiza mediante el lenguaje de gestos. Igual que en una parada de la pescadería, en la que Lola pregunta al vendedor: «Do you cook the fish?» (¿Cocina el pescado?). La respuesta viene en un perfecto castellano acompañado del internacional lenguaje de gestos. «Usted compra el pescado aquí y allí „dice señalando con el dedo„ se lo cocinan a la plancha». Así que la conclusión del «experimento» lingüístico es que Valencia sabe «a little English» (un poco de inglés) pero necesitamos mejorar.