Tomás Llorens (Almassora, 1936) será nombrado el próximo 4 de octubre hijo adoptivo de la ciudad de Valencia. Se le nombra por su trabajo como historiador y como un referente de la cultura valenciana, pues es el fundador del Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM), dirigió el museo Reina Sofía de Madrid y fue conservador de la colección Thyssen-Bornemisza. A sus 77 años sigue en activo, escribiendo, creando y comisariando exposiones, pero sobre todo conservando su espíritu crítico.

Usted nació en Castelló y ha vivido en distintos lugares de España y del extranjero ¿En qué lugar coloca a Valencia?

Nací en Almassora, pero he pasado la mayor parte de mi vida en Valencia. He estado también en Inglaterra y en Madrid en la etapa del Reina Sofía, aunque entonces iba y venía.

¿Pensó alguna vez en un reconocimiento así o estas cosas uno nunca las espera?

Me ha cogido totalmente por sorpresa. Yo creí que era un error. Pensaba que estos títulos eran para personas que habían nacido en Valencia, pero ya me explicaron que había dos tipos: el de hijo predilecto para los nacidos en la ciudad y el de hijo adoptivo, que es el mío, para los nacidos fuera.

¿Estas cosas cómo se comunican, se lo habían dicho antes, no sabía nada ....?

A mí me lo comunicó la delegada de Cultura, Mairén Beneyto. Me llamó por teléfono y me dijo que me estaba proponiendo para esta distinción. Yo le aclaré que no había nacido en Valencia y entonces me explicó esto que le dije anteriormente.

¿Conoce a los otros galardonados?

A Bernat Adam no lo conozco personalmente, pero sí conozco su historia. A Jaime Siles lo conozco personalmente y también su obra. De ambos tengo una opinión excelente. Adam ha hecho un trabajo extraordinario en el mundo de la música, sobre todo en el campo específico de la música de bandas, que es tan importante en Valencia. De Siles no puedo juzgar mucho su trabajo de filólogo, pero puedo decir que he leido su poesía y me gusta mucho.

Desde el punto de vista de un historiador, ¿cómo ve a Valencia?

Creo que Valencia es una ciudad extraordinariamente bella, una ciudad muy italiana, pero al mismo tiempo veo que en los últimos 25 o 30 años se ha ido quedando retrasada respecto a otras ciudades y regiones europeas.

¿En qué sentido?

En el sentido económico.

En Valencia, sin embargo, se da una sensación muy distinta, de prosperidad.

Las estadísticas dicen lo contrario. En renta per cápita, por ejemplo, ha ido perdiendo. Y la crisis afecta a Valencia en mayor medida que a España. No hay una sola causa, sino que son fenómenos complejos, con muchas causas, que la sitúan ahí.

Y fuera de Valencia, ¿qué opinión hay de la ciudad?

En Inglaterra, Valencia era conocida, pero no mucho. Era una ciudad más del sur de Europa. En Madrid, la imagen en parte es buena, pero al mismo tiempo hay cierta percepción de un lugar donde la vida es muy fácil, donde no hay una riqueza natural, que los valencianos somos alegres y malgastadores, y nada de eso se corresponde con la realidad. La economía ha tenido muchas dificultades, sigue teniéndolas, y esa percepción popular de Madrid y de toda España de Valencia como un emporio de riqueza es una percepción equivocada.

¿Se está vendiendo entonces una imagen falsa?

Esa es al menos la imagen que se tiene de Valencia.

¿Cómo sugiere que puede cambiar todo eso?

Creo que hay cosas por las que merece la pena luchar, como el corredor mediterráneo, que es una necesidad de primer orden para la economía y la sociedad. Es una cosa en la que hay que concentrar esfuerzos más allá de diferencias de partido y como una prioridad. También sería fundamental pactar unas nuevas reglas de financiación. Y hay que abrir un debate en los partidos acerca de nuestro lugar en Europa y no aceptar pasivamente esa función de furgón de cola que se nos adjudica.

Centrándonos en el mundo de la cultura, uno de los que peor está soportando la crisis económica, ¿cómo califica su situación actual?

Vargas Llosa publicó un libro que decía que «la cultura ha muerto». Es un texto polémico, exagerado, pero sí es cierto que la cultura está mal en todo el mundo por los cambios que ha sufrido la economía en los últimos 30 años. La mercantilización de la vida cultural está poniendo en crisis la continuidad de las tradiciones, del pensamiento y de la creación cultural que ha caracterizado a Europa. Coincido con la tesis de Vargas Llosa y algo de culpa tenemos los agentes culturales.

Valencia imagino que no escapa a esa crisis general.

En Valencia ha habido equipamientos culturales muy importantes y la vida cultural ha ido bien hasta los últimos diez años, antes incluso de la crisis. Hay problemas preocupantes. Uno tiene que ver con la cultura valenciana, con la vida cotidiana y con la vida de los partidos, y es que tienen una excesiva tendencia al enfrentamiento emocional más que al debate de ideas. Esa actitud generalizada de dividir el mundo de la cultura en tribus —tú eres de los míos y si no, eres el enemigo— hace mucho daño.

Aunque veo que está en un excelente estado de forma para hacer muchas cosas más, ¿por qué le gustaría que le recordaran los valencianos?

Lo que he sentido más propio es el IVAM. Lo concebí desde el mismo nacimiento, con una gran libertad de actuación y al cual he continuado vinculado. Es mi obra más querida.