Medio siglo sin desafinar bien merecen la medalla de oro de la ciudad. A sus cincuenta años de vida, la escuela coral Pequeños Cantores de Valencia, recibirá el viernes el galardón municipal que distingue su labor pedagógica y musical. «Es un honor que se reconozca el trabajo de todo este tiempo», apunta la directora del coro, Carmina Moreno, antigua pequeña cantora desde que tenía diez años.

A partir de su fundación, por parte de Jesús Ribera en 1963, más de 3.000 niños han dejado su timbre de voz en la escuela, afianzando uno de los pilares de la música coral en la ciudad. «Cuando se creó la escuela, sólo había dos coros más en Valencia, y ninguno era para niños. Después, los que fueron en su día pequeños cantores han ido multiplicando la oferta de coros y grupos de canto para los más pequeños, quizás por el ´gusanillo´ que se les inculcó durante su estancia la escuela», relata Moreno, que lleva la batuta en cada concierto desde el año 2005, cuando Ribera le dejó el testigo. «Yo también fui pequeña cantora, todos los que trabajan aquí también lo fueron en su día», comenta satisfecha.

Actualmente, cerca de 300 niños de entre cinco y dieciocho años aprenden en sus clases, en las que se mantiene la filosofía con la que un día el coro rompió el silencio. «El objetivo de los Pequeños Cantores es disfrutar de la música coral, gracias a eso, luego han salido muchos compositores, cantantes y músicos», describe orgullosa la directora. Uno de estos casos es el del bailarín Nacho Duato, que llegó a cantar en su día al lado de a propia Carmina Moreno. «No quiero destacar ningún nombre en particular, porque hay muchos profesionales que han sido pequeños cantores».

Del Renacimiento al «Pop»

Cada viernes por la tarde, los 300 pequeños cantores se reúnen para ensayar. Divididos en cuatro grupos, dependiendo de la edad, la directora prepara los conciertos y los actos programados. Este año, con motivo del cincuenta aniversario, los actos se van acumulando. De todas formas, en la mente de los cantores están los dos conciertos permanentes de cada año. El primero, en Navidad, el 28 de diciembre, y el segundo en primavera, en mayo. En estos dos recitales en el Palau de la Música, es donde los pequeños cantores dan el Do de pecho. Por eso, el trabajo es duro, aunque siempre hay recreo. «En el descanso, todos se juntan, porque una de las cosas que caracteriza al coro es que todos son amigos», indica Moreno.

El repertorio del coro, va desde el Renacimiento al «Pop», pasando por obras sinfónicas con apoyo orquestal, ópera y otros géneros. Un ramillete amplio de melodías en las que perdura el sentido del coro. «La idea en 1963 era entretener a los niños mientras aprendían disfrutaban de la música coral. Hoy en día hay muchas formas de diversión, hay muchas maquinitas, pero la sensación que tienen los niños cuando cantan junto a sus compañeros, la emoción que sienten, se mantiene siempre igual», resalta la rectora.

«Aquí no se forman cantantes ni compositores, sino personas educadas, sensibles a la música y que respetan a los demás por lo aprendido», resume Carmina Moreno.