Baja la cabeza en un gesto entre tímido y fatigado cuando se le pregunta sobre su etapa en el Ministerio de Cultura durante el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero (PSOE). Ángeles González-Sinde se acuerda «mucho» del Cabanyal y de la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, dice. Y de «los giros», agrega, que ha dado el conflicto en las últimas semanas. ¿Le sorprende que no se produjeran antes, durante su mandato? «Sí, bueno?», contesta dejando la respuesta en el interlineado.

La guionista de cine y escritora estuvo ayer en Valencia para presentar su primera novela, El buen hijo, con la que ha quedado finalista del Premio Planeta 2013.

Cuando se le insiste en rueda de prensa sobre el barrio valenciano y la declaración de expolio que ella firmó y que paralizó los derribos proyectados por el ayuntamiento con el fin de prolongar al mar la avenida Blasco Ibáñez, asegura que la decisión «no fue personal», sino que se basó en «un montón de informes» solicitados entonces. Pero «esa fue una etapa de mi vida y ya no tengo esa responsabilidad, ahora hay otros», apostilla.

Le cuesta manifestarse, porque su opinión, argumenta, «no cuenta para nada ahora ni va a ningún sitio». «Son los valencianos, las instituciones y quienes están a su cargo los que han de obrar según consideren», agrega.

En todo caso, es partidaria de la conservación del patrimonio «como ciudadana» de calle, dice. «Creo que puede ser rentable económicamente y es un bien para todos». Pero, a continuación, rechaza entrar en los últimos movimientos sobre el conflicto, porque no los ha seguido «al detalle».