Los apenas 20 vecinos de la Vuelta del Ruiseñor llevan quince años reclamando la urbanización de la calle, de origen medieval y en algunos tramos aún de tierra. Las aceras son estrechas o inexistentes, hay casas ocupadas y el número de coches (mal) aparcados impide a los vecinos incluso acceder a sus casas. El ex arquitecto municipal Sandro Pons plantea dignificar la entrada del museo de la tienda y la cafetería, como alternativa a la puerta principal, que soporta un elevado nivel de tráfico. También propone ganar una zona de aparcamiento para autobuses en la embocadura de la vuelta del Ruiseñor, algo que sería posible si se elimina el muro del museo.