La Junta Central Fallera no obliga a las candidatas a fallera mayor de Valencia y corte de honor a firmar ningún compromiso contractual de cumplir normas, pero ninguna de ellas lleva «piercing», al menos visible —sí que las hay que llevan en el ombligo—. Ni fuman ni hablan por teléfono en público. Al contrario de lo que ha decidido hacer la Junta Local Fallera de Alzira, el «cap i casal», con el cargo más conocido y reconocido de la fiesta, se fían de la fuerza de la costumbre y del «sentido común», falleramente hablando, de las candidatas, conocedoras por la tradición oral del manual de usos y costumbres de la buena cortesana.

Si trece falleras mayores y otras tantas infantiles salen elegidas un sábado, el siguiente lunes por la tarde son citadas a una reunión, padres incluidos, con el concejal de fiestas de turno y su equipo directivo. Ahí se imparten las instrucciones que, en esencia, son las mismas que en Alzira: no faltar a los actos, tener un comportamiento correcto, tratar de llevarse bien, no hablar por teléfono en público o no fumar. Las instrucciones sobre la indumentaria de particular son muy escuetas y básicas, aunque no falta la recomendación de tener cuidado con el corto de las faldas, y especialmente en la Sala Canal, donde por tradición hacen su debut, y que es una pasarela alta, en la que el público mira de abajo a arriba.

Con la relación con los novios se pide evitar el «roce» en los actos públicos y también se pide encarecidamente mostrar siempre interés en el acto en que están, por muy aburrido que sea, que en no pocas ocasiones lo será.

De los «piercings» no se dice nada por la sencilla razón de que es casi imposible que una candidata los lleve: es una norma estética que viene asumida de antemano. La candidata no los lleva «de fábrica». Y quien lo tiene, se lo quita antes. Algunas sí que mantienen la costumbre de llevar más de un pendiente en la oreja, aunque lo normal, en los actos protocolarios, es que sólo lleven uno. Lo mismo sucede, tanto en mayores como en infantiles, con los aparatos dentales permanentes. Por arte de ensalmo se retiran todos de cara a las elecciones. Tampoco se lucen tatuajes a la vista, lo que no quiere decir que no se lleven.

La idea alzireña de firmar un compromiso se puso sobre la mesa hace unos años en la Junta Central Fallera por un delegado de protocolo. Sin embargo, se rechazó sin llegar ni siquiera a plantearlo en un pleno. Incluso se considera que la charla es bastante liviana, pero lo cierto es que, desde hace años, no ha habido prácticamente ningún problema de tipo disciplinario con las elegidas.

Sí que existe una cláusula que se firma, pero es cuando la fallera se inscribe para participar en las preselecciones de la corte de honor, donde se les dice que, al firmar la hoja de inscripción, asumen que optan a todo; esto es, incluyendo a ser fallera mayor de la ciudad, aunque en la práctica no sea verdad.

Sin interioridades en Facebook

Las recomendaciones de nuevo cuño están relacionadas con las nuevas costumbres. Por ejemplo, el empleo de las redes sociales. El año pasado se pidió a una fallera de la corte que no hiciera «crónicas» de lo sucedido en cada fin de semana, a pesar de que se trataba de relatos sin ningún contenido crítico. No se les dice que dejen de escribir en Facebook o Twitter, pero los contenidos personales son, también por naturaleza, muy inocentes: reuniones particulares e imágenes de actos. Unas imágenes que, por norma, tienen una gran cantidad de «me gusta».