Un estudio realizado por Bernardo Pajares, alumno de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica de la Universitat Politècnica de València, revela que los parques y jardines públicos de la ciudad de Valencia no son accesibles para personas con discapacidad. De todos los parques estudiados, el de Cabecera es el que sale peor parado. «Es inaccesible para personas con sillas de ruedas y para invidentes porque, por primar la estética, han hecho muchos desniveles, recorridos largos sin zonas de descanso, árboles por el medio de las vía peatonales y rampas muy pronunciadas», explica el responsable del estudio.

El trabajo, avalado por la Confederación de Personas con Discapacidad (Cocemfe-CV), analiza los diez parques públicos más emblemáticos de la ciudad: Jardín del Turia, Polifilo, Parque del Oeste, Jardines del Real, Ayora, Parque de Cabecera, la Rambleta, Marxalenes, Orriols y Benicalap.

Los parámetros elegidos para evaluar los parques han sido los estipulados por la normativa actual de accesibilidad de la Generalitat y del Ayuntamiento de Valencia. «He estudiado las necesidades tanto de personas con discapacidades permanentes como una persona ciega o sorda, o alguien que va en silla de ruedas, como los problemas temporales de mujeres embarazadas, personas con muletas o personas mayores», explica Bernardo Pajares.

Tras la evaluación de todos los aspectos como mobiliario, pavimento, vegetación, juegos, desniveles, escaleras, rampas, mantenimiento, señalización, puntos de referencia o barandillas, entre otros, el estudiante ha llegado a la conclusión de que «los parques y jardines valencianos repiten la misma serie de deficiencias». Las barreras más importantes son bancos no adaptados, escaleras en vez de rampas, papeleras a altura no adecuada, rampas con inclinación no apta para sillas de ruedas, pavimentos con desniveles o resbaladizos, juegos no accesibles para niños con algún tipo de discapacidad o vegetación no cuidada que puede provocar caídas en personas ciegas, entre otras.

«Algunos de estos parques tienen muchos años, pero los nuevos, de hace unos 10 años, o los que se construyan en el futuro, deberían cumplir la normativa», advierte Pajares, quien apunta que un parque o jardín «puede ser accesible y estético a la vez».