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Músico

Un libro glosa la devoción musical de Salvador Chuliá

La obra, escrita por Sergio Sapena, descubre la trayectoria del director del conservatorio municipal José Iturbi coincidiendo con su jubilación

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Como todo músico, Salvador Chuliá es un poeta que ha ido esculpiendo sobre las nubes músicas enlazadas, lenguaje universal de la más excelsa humanística, salidas del corazón y del fervor, de su entrañable vocación a la que dedicó buena parte de su vida.

Hoy termina su vida de obligación (jubilación) y comienza la de devoción con júbilo, con una tarjeta de visita, un libro, el de su vida, escrito por Sergio Sapena y prologado por Francisco José Cárdenas. Lo ha editado José Manuel Romeu, siempre andariego por las intrincadas y venturosas sendas de lo valenciano, tan deparadoras de sorpresas y desveladoras de misterios.

Salvador Chuliá Hernández, director del Conservatorio Municipal José Iturbi, compositor, maestro director, tiene tras sí una larga lista de obras musicales, partituras que han pasado a engrosar el rico tesoro de patrimonio valenciano.

De Catarroja, sus primeros balbuceos fueron entre guitarras, al dedicarse su padre al oficio de construirlas, ingresando a los seis años como alumno en la banda La Artesana, que ensayaba justo en frente de su casa. La música que le asedió, le atrapó seductoramente pronto. A los ocho años, debutó en Radio Catarroja, con la Marcha turca de Mozart. Precozmente dominó la cuerda y el viento, adaptó para rondallas zarzuelas.

En viento dominó el clarinete y se decantó por el saxofón. Estudió en el Conservatorio de Valencia, en Benifayó formó la Rondalla, la mili la aprovechó para perfeccionarse en la Sinfónica de la Academia General del Aire, dirigió el Orfeón Murciano, compuso obras para coros y orquestas, para piano, comenzaron a llegar los premios, las distinciones y los reconocimientos, destacando la condecoración al Mérito de las Bellas Artes del Ministerio de Cultura.

En su vasto currículum, la dirección de bandas, prestigioso. Comenzó por la de Benimámet, dirigió la suya propia, la que le vio nacer La Artesana y donde formó el núcleo de su familia, su esposa y musa la guapísima María del Carmen, y sus hijos Salvador, Ernesto y Vicente.

No cesaba de componer obras que múltiples bandas interpretaban, entre ellas la Municipal de Valencia. Con la Artesana hizo giras de conciertos por España y Europa. Llevó la batuta de la banda de Navajas.

Con el gran musicólogo, canónigo José Climent Barber, fundó Metales Catedralicios de Valencia, trompetas y trombones más órgano, a imagen de los antiguos ministriles del siglo XVI. Ingresó en el cuerpo de profesores de la Escuela Municipal de Música José Iturbi, luego Conservatorio. Sucedió en la dirección del centro a José Climent. Creó el Coro Mixto del Conservatorio, preside la Asociación de Compositores Valencianos y es personalidad de referencia de cualquier manifestación musical de importancia.

De él, particularmente, me gustó siempre destacar su intervención durante muchos años en la Missa d´Infants el día de la Virgen dirigiendo el coro de los niños y la Orquesta del Conservatorio Municipal José Iturbi, que salvaron el acto y sustituyeron a la Orquesta Municipal de Valencia cuando se pusieron «selectos» respecto a su intervención en dicha celebración.

Difícil resumir en apretadas líneas una vida, muy bien explicada en el libro que le dedican Sergio Sapena y José Manuel Romeu, al que cabe remitir a todos, una vida, la del Maestro Salvador Chuliá, vigorosa vocación artística, dedicada al estudio, formación y composición musical, digna del mayor de los encomios.

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