La crisis económica ha propiciado en los últimos años en Valencia un aumento de usuarios urbanos de bicicleta, un medio de transporte que requiere pocos gastos en mantenimiento, así como la aparición de organizaciones que han visto una oportunidad en este nicho de mercado.

Así lo explica Antonio Mateu, el presidente de Biciescuela, una asociación que se define como una «autoescuela para bicicletas» y que hace medio año comenzó a rodar en la ciudad para ofrecer formación al creciente número de ciclistas urbanos que comparten las calzadas de la ciudad con coches y otros vehículos. La coyuntura económica y las motivaciones ecológicas han «ayudado» a generalizar el uso de la bicicleta, y hoy en día es fácil cruzarse con varios ciclistas en cualquier tramo de Valencia, que destaca por su llanura y buen clima, añade Mateu.

En este sentido, la ciudad también ha acogido la aparición de negocios y organizaciones relacionados con las bicicletas que han visto una oportunidad en este nicho de mercado, como es el caso de las tiendas de alquiler o reparación. Serbicis, un taller de reparación de bicicletas a domicilio, es el vivo ejemplo de ello: su propietario, Abel Gómez, nacido en Madrid e informático de formación, decidió emprender este negocio en Valencia, donde la bicicleta «tiene mucho tirón», corrobora, por su terreno y su clima. En un día o dos, añade Gómez, este negocio recoge, repara y devuelve sus bicicletas a usuarios que, en general, «tienen poco tiempo» para hacerlo ellos mismos y necesitan un servicio «cómodo y rápido». El aumento del número de ciclistas urbanos se ha convertido en un «arma» concienciadora para los colectivos de conductores que se mueven por la calzada, señala Mateu, ya que la ciudad «se pacifica» y el tráfico «se hace más amable».

No obstante, existe todavía un gran desconocimiento de la normativa, especialmente por parte de los jóvenes, que cometen infracciones como llevar auriculares, un «peligro» prohibido y sancionable, o circular en contradirección. Por este motivo, Biciescuela, que no tiene ánimo de lucro, imparte talleres gratuitos de mecánica, así como clases teóricas y prácticas en las que su equipo informa sobre señalización y enseña a circular por el centro a ciclistas noveles y experimentados. «Si queremos que nos respeten, tenemos que cumplir las normas por el bien de todos», apunta su presidente, quien considera que a medida que haya más ciclistas se solucionarán más problemas.