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Los albores de la meteorología en Valencia

El primer "hombre del tiempo"

Francisco Antonio Espinós, relojero que vivía en Santa Catalina, publicó su primer parte meteorológico en julio de 1790

El primer "hombre del tiempo"

«Y así, para que seguramente puedas valerte de mis observaciones en tus negocios, diariamente te las insertaré en este Periódico por medio de las graduaciones que me presenten el Termómetro, Barómetro, Higrómetro, curso de los vientos, y estado de la Atmósfera».

Así se presentaba oficialmente en el Diario de Valencia, durante las navidades del año 1803, el primer meteorólogo de la historia de la «cap i casal»: el relojero Francisco Antonio Espinós. No obstante, ya había publicado con anterioridad varios «partes del tiemp0» de manera intermitente; el primero, el 1 de julio de 1790.

«Sabemos que era relojero porque lo dice en su propia presentación, y que vivía en la Plaza Santa Catalina, porque rebuscamos su nombre en el censo histórico municipal», cuenta a Levante-EMV Arturo Sánchez-Lorenzo, investigador postdoctoral de la Universidad de Girona, que se encargó de recuperar estos datos antiguos de Valencia, junto al historiador Mariano Barriendos, de la Universidad de Barcelona. El estudio que forma parte de un proyecto sobre los datos meterológicos antiguos de España que fue encargado por el Ministerio de Medio Ambiente y que ha sido recientemente publicado.

En busca de la libreta original

La tarea no fue fácil porque la citada carta la encontraron después de haber buscado en todos los archivos de la ciudad. «Yo me volví literalmente loco», explica Sánchez. «Lo que nosotros queríamos era encontrar las libretas originales de este observador», porque es posible que el periódico no publicara toda la información recogida por el relojero. «Primero, hablando con otros investigadores, nos dieron una pista errónea: el que escribía era físico». Pero no fue así. «Después, con la experiencia de lo ocurrido en otras ciudades como Barcelona, pensamos en que sería médico». Tampoco. La última opción era buscar en los archivos militares, por si la persona que buscaban pertenecía al Ejército. Sin embargo, finalmente, los intrépidos investigadores tuvieron que conformarse con sacar los datos publicados por el Diario de Valencia, que comenzaban en 1790, se interrumpía entre 1791 y 1803, y volvieron a publicarse hasta 1834. «En este año hubo un parón significativo y lo más probable es que nuestro relojero muriera», porque el propio periódico informó que «el observador del tiempo» estaba «indispuesto». Además, ese año hubo un brote de cólera y, por otro lado, a partir de 1835 Espinós ya no figuraba en el censo.

«30 agosto 1790. A las 1 h. y 45 m. de la tarde apareció en el O.SO. una tronada pronosticava una furiosa tempestad sobre la Poblacion en donde descargase; era el color de las nubes verdinegro con orillas totalmente negras, señales nada equivocos de que contenian humor craso y oliginoso, y por lo menos que arrojarian muchos rayos, y centellas». Este tipo de comentarios con el lenguaje propio de la época y su particular manera de escribir era lo que Espinós publicaba en el diario, además de un recuadro con los datos de la humedad, la temperatura, la dirección del viento, la presión atmosférica. Pero no registraba la lluvia, o al menos no se publicaba en el diario. «Por eso, nuestro objetivo era encontrar los apuntes manuscritos del relojero», insite Sánchez.

«Lo hacía por amor al arte, no creo que cobrara», dice este experto. Era un hombre «medio ilustrado», que había escrito un libro en el que explicaba que las variables meteorológicas alteraban el mecanismo de los relojes. Así, con los inventos para controlar sus aparatos, empezó a medir el tiempo, consciente de la importancia de los datos para el resto de valencianos, y los insertó en los medios de comunicación del momento.

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