La familia de Emilio Giménez considera que la obra del arquitecto, fallecido el pasado mes de julio, «no ha sido suficientemente reconocida». En los años 70 no había una normativa urbanística tan estricta como la actual. Había menos control. Sin embargo, Emilio Giménez se mantuvo fiel al rigor constructivo. «Hacía arquitectura racionalista y de sentido común; buscaba que sus viviendas fuera agradables», asegura Luis Giménez, hijo del arquitecto fallecido. Emilio Giménez trabajó en el despacho de Coderch, al que admiraba y del que heredaría muchas de sus obsesiones, como el aprovechamiento de los patios interiores. El oficio, la disciplina y las maneras de hacer de Giménez respondían al llamado «realismo catalán» y a las corrientes que venían de la Italia de Terragni. Como arquitecto se caracterizó por el racionalismo y el respeto por la tradición, lo que no le impidió innovar respetando el rigor constructivo. Giménez se movía en la vanguardia valenciana junto con el equipo Crónica, Andreu Alfaro, Ana Peters y Tomás Llorens. Todos ellos formaban un equipo interdisciplinar que conversaba con personas tan influyentes como Joan Fuster o Raimon. h. g. valencia