El fuerte calor, la crisis económica y la flor de tela han acabado por afectar a una festividad tan arraigada como la de Todos los Santos. «La mayoría de la gente se espera prácticamente hasta el último día para comprar los arreglos florales, tenemos muchísimas menos ventas», apunta Conchín, propietaria del puesto situado frente al Cementerio General de Valencia y que lleva su mismo nombre. Ella, que representa «a la quinta generación» de floristas, lleva desde los 13 años vendiendo claveles, gladíolos, margaritas, liliums o astromelias, pero también consolando. «Tienes que escuchar, dar ánimos y muchas veces te llevas el dolor ajeno a casa», explica. Sostiene Conchín que la reina de las flores estos días es el clavel rojo. «Siempre es lo que más se pide. La tendencia antes era el color granate, más oscuro, pero ahora es el rojo», relata. Le sigue el gladíolo blanco

Conchín echa la vista atrás para recordar que hace décadas por estas alturas hacía ya más frío, y los días fuertes arrancaban bastante antes. «Las lápidas absorben las elevadas temperaturas durante el día y al revés cuando hace frío, por eso en el cementerio siempre hace mucho más calor en verano y más frío en invierno», razona, lo cual acaba afectando a las ornamentaciones naturales que se colocan en los nichos. Algo que explica, en gran medida, la apuesta por lo artificial. «A mí no me gusta nada, pero tengo que ofrecer el producto para no perder una venta», apunta Conchín que a sus 61 años asegura que pese a los escollos cada vez mayores, le sigue gustando su oficio de toda la vida. «El 21% de IVA nos ha hecho mucho daño, desde el año 2007 estoy segura que hemos perdido hasta un 70% de ventas, porque apenas tenemos margen ya de beneficio», esgrime.

En la tienda vecina, de la familia Teruel, se venden no sólo flores. También mármoles. Si antes se apostaba por piedras caras y muy trabajadas, ahora prima la sencillez y los materiales más económicos. Amparo, hija de la propietaria Amparo Teruel, limpia los tallos de unas espectaculares rosas rojas. Una flor más cara y por lo tanto menos demandada. «Lo que más reclaman año tras año son los claveles, los gladíolos y los nardos. Las rosas están al mismo precio siempre», argumenta. Durante estos días echa una mano en el negocio familiar que también ha notado los efectos de la crisis, y la invasión del mercado por parte de los ramos de tela.

Conchín apunta a otras afectadas por el parón económico: las «limpiadoras». «Hay muy pocas respecto a las que había. No se puede hacer nada, más que intentar ser optimista», asevera, para acto seguido apostillar: «Hace años no te hubiera podido atender, tal era el volumen de trabajo». «Casi toda la actividad se concentra ahora el 31 y el 1. La gente apura hasta el último momento», recuerda Amparo.